El año 1792, luego de que quienes acometían debelar a los revolucionarios galos cayeran derrotados en Valmy, Johann Wolfgang von Goethe profirió su célebre aserción: “Desde aquí y desde hoy comienza una era de la historia universal, y vosotros podréis decir que fuisteis testigos presenciales”. Ciertamente, la transfiguración del mundo estaba siendo impulsada por individuos resueltos a edificar un nuevo marco político, una sociedad que rechace cualquier absolutismo palaciego. Las batallas libradas tenían objetivos claros e innegablemente alabables, puesto que buscaban darle mayor libertad al Hombre. Las grandes revoluciones de la Modernidad llevaron a cabo cambios tan importantes que sus lineamientos siguen siendo apreciados actualmente. No fueron sucesos anodinos; constituyen auténticos hitos históricos: Estados Unidos, con principios liberales, proclama su independencia y permite variadas ensoñaciones republicanas; Francia, rebosante de un espíritu libertario excepcional, devasta una...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.