Pues es nuestra mirada la que muchas veces encierra a los demás en sus pertenencias más limitadas, y es también nuestra mirada la que puede liberarlos. Amin Maalouf El límite a la libertad de expresión es un tema que ha originado numerosas reflexiones. Spinoza, por ejemplo, se ocupó del asunto, concentrando su mirada en las ideas que podían considerarse sediciosas. Todo lo demás, en su criterio, no tenía por qué ser objeto de censura, peor aún castigo. Mill, por su parte, ya en el siglo XIX, reivindicó, resumiéndolo, que sólo cabía sancionarnos cuando dañábamos a otra persona. Por supuesto, lo más claro e indiscutible tiene que ver con penalizar agresiones físicas. Ahora bien, la cuestión se vuelve menos sencilla si pensamos en ataques de orden verbal. Insultar al prójimo, pongamos por caso, puede generar debates sobre sus repercusiones. ¿Tiene sentido enviar al denigrador a la cárcel? ¿Debemos calificar su inconducta de tal modo que gastemos recursos públicos para correg
Cualquier asunto magno lo subordinan a sus preocupaciones inmediatas. Alcides Arguedas Hay libros que tienen títulos impactantemente imperecederos. No importa que hayan sido concebidos hace años o hasta decenios; toparnos con su portada, leer esas palabras que resumirían el contenido, más aún cuando éste resulta crítico, puede invitarnos a consumar una reflexión provechosa. Ocurre que, si lo cuestionado entonces no ha variado, puede ser por el hecho de haber despreciado las ideas que albergan esas obras. Pienso en esto mientras tengo entre las manos un controvertido volumen que fue publicado el año 1973: La educación como forma de suicidio nacional , del siempre lúcido Mariano Baptista Gumucio. Su autor sostuvo allí que la principal razón del atraso de Bolivia es un sistema educativo estéril, ineficiente y demasiado oneroso. Se observaban falencias en recursos humanos, materiales, financieros. Había ya mucho por hacer; medio siglo después, los males persisten. No