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Mostrando entradas de octubre, 2011

La miseria de algunas indignaciones

- - Pero hoy todas esas personas quieren hacerse oír y, por desgracia, en algunos casos, solo nos hacen sentir su imbecilidad. Umberto Eco - No hay obra humana que sea perfecta. Ninguna cumbre alcanzada por los individuos se debe juzgar insuperable. Es difícil aceptarlo cuando uno ha leído a Borges, contemplado las creaciones de Miguel Ángel o escuchado al virtuoso Wagner; sin embargo, no cabe rebatir esa premisa. En este sentido, aunque resulte fastidioso, todo puede ser objeto de crítica. Naturalmente, los cuestionamientos son mayores cuando se trata de temas que, aun sin nuestro consentimiento, nos afectan. Esto es lo que sucede con la política, volviendo factible cualquier reclamo formulado en ese ámbito. Es que allí no existe nada inmutable, sacrosanto, eterno. Habiendo sido forjadas para permitir el desarrollo de los sujetos, sus instituciones admiten transformaciones. Gracias a estos avatares, en general, la convivencia mejora. Considerando sus secuelas, beneficiosas p

Lo que ninguna marcha debe hacernos olvidar

- - Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura. Eugène Ionesco - Lo ideal es que nada perturbe nuestra capacidad de pensar. Siguiendo a Sartre, no refuto que el hombre sea definido como un ser en situación , por lo cual existen sujeciones y límites ineludibles, aptos para afectarnos. Estamos rodeados de fenómenos que, en cualquier momento, pueden tentarnos aun a contradecir principios defendidos anteriormente. Nadie está libre de que los infortunios lleguen a su vida, terminando con la serenidad e impidiendo un análisis sensato del asunto que pudo haberlos causado. Con todo, si aspiramos a tener un juicio razonable acerca del presente, no debemos permitir que ciertas contingencias nos cieguen. Es obvio que, siendo fuertes las convicciones, ningún postulado sufrirá cambios. Lo lamentable es que incalculables sujetos se caracterizan por llevar a cabo una protección endeble de sus creencias. El aprecio que siento por la libertad nunca será leve. Est

Los nuevos opositores

- - ¿Te llamas libre? Me interesa tu concepción dominante, no que has sacudido un yugo. Friedrich Nietzsche - Ellos son quienes no cuestionaron las arbitrariedades cometidas, con gran descaro, durante los últimos años. En más de una ocasión, elogiaron las medidas que aplicaba un gobernante inclinado al autoritarismo, encabezando mítines, principiando aclamaciones. Recuerdo haber visto sus bailes, desfiles y brindis por los avances de un proceso que merece la peor diatriba. Sus discursos estaban recargados de las adulaciones que los tiranos desean escuchar. No advertí ni siquiera un mínimo de vergüenza mientras pronunciaban esas imbecilidades. El fanatismo era manifiesto; sus demostraciones, vomitivas. Compitiendo por conseguir la venia del caudillo, esos sujetos fueron los que, ante las primeras persecuciones judiciales, despreciaron a sus víctimas, presumiendo culpabilidades en delitos de toda naturaleza. No hubo ninguna turbación del espíritu, menos aún autocrítica, cuando

Manfredo Kempff Mercado, un héroe del pensamiento

- - Sencilla y deleitable tarea hablar de los triunfadores, porque exaltando sus proezas es como si buscáramos estímulo para el propio ascenso. Fernando Diez de Medina - La vida, pensamiento y obra de algunos individuos sirven para confirmar vocaciones que, por distintas razones, pueden permanecer oprimidas hasta el último estertor. Es una interpelación que se nos hace, un llamamiento del cual la menor evasiva resulta incalificable. No se trata de copiar al que haya logrado concentrar nuestras atenciones, pues, con escasas salvedades, las reproducciones en este ámbito son defectuosas. Los siglos están colmados de mortales que han pretendido emular, sin éxito, a quienes alcanzaron la cima. Son incontables las caricaturas, esos bufones que, privados de originalidad, estudian gestos, poses e ideas del prójimo para simular excepcionalidad. Ellos no contribuyen al homenaje que debe rendirse a los grandes individuos, menos todavía si descollaron por sus reflexiones. Porque éstos me