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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Indulgencia de la muerte

- Era tan gran hombre que me he olvidado de sus vicios. Lord Bolingbroke - - Al menos entre los seres que habitan este planeta, el fin de la vida es un hecho inevitable. Pese a ello, son escasas las personas que enfrentan su desaparición del mundo de manera serena, resignada, sin sentir deseos ligados a una estadía mayor. No debemos olvidar que la eternidad, exigencia de incontables hombres, obsesiona en variados momentos, mucho más cuando se tiene una salud frágil y un excesivo amor propio. Pasa que, si se ha disfrutado de la existencia, lo razonable es anhelar su prolongación. Con regularidad, mientras no hay autocrítica, se vuelve fácil ceder a la tentación de idealizar las acciones del pasado, presumiendo una evolución permanente, por lo cual cualquier carestía temporal es angustiosa. Asimismo, estimo que, aunque los infortunios hubiesen secundado el paso por la Tierra, habría motivos para querer una nueva oportunidad, otro día en el que la situación empiece a