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José Ortega y Gasset asevera que la ética es «el arte de elegir la mejor conducta». Desde luego, esta noción debe ser complementada según criterios que diluciden cómo establecemos la ruindad o nobleza del acto evaluado. Hay planteos que, para determinar si alguien obró apropiadamente, se limitan a considerar las consecuencias; así, cuando el efecto es positivo, la causa sería límpida. Por otro lado, existen juzgadores del comportamiento que lo ponderan sin mensurar sus repercusiones, pues prefieren examinarlo teniendo en cuenta su propio y actual mérito. Asimismo, finalizando las opciones más remarcables, una tercera corriente invalida todo desempeño que contradiga la posición adoptada precedentemente. Esta última propuesta tiene a la coherencia como piedra de toque; por ende, quien proceda en armonía con los valores y principios que han marcado sus anteriores decisiones no recibirá ningún reproche: su conducta será calificada de íntegra. Desde que la insania de alterar, s...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.