Bien sé que con frecuencia me acontece tratar de cosas que están mejor dichas y con mayor fundamento y verdad en los maestros que escribieron de los asuntos de que hablo. Michel de Montaigne En uno de sus diálogos, Umberto Eco y Jean-Claude Carrière sentenciaron que nadie acabaría con los libros . Es un producto insuperable, una invención que, como la cuchara o el inodoro, no admite mejora. Ha acompañado nuestro avance, potenciando una memoria que, sin ese auxilio, habría sido liquidada en poco tiempo. No importa que, a voz en cuello, muchos mercaderes ofrezcan aparatos destinados a difundir textos en formato digital, anunciando el fin de aquel objeto visto, palpado, aun olfateado por incontables sujetos. Reivindicarlo no es un acto de fingimiento intelectual. Lo que se ampara es su valor para el individuo y, más aún, la sociedad. Nadie discute que una convivencia civilizada, tan aceptable cuanto decente, se forja gracias a diversos factores; no obstante, esas creaciones...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.