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Mostrando entradas de agosto, 2012

La prohibición de callar

La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido. Milan Kundera Aunque se amenace con rompernos la garganta, tenemos el deber de gritar que hay un régimen inmundo. No ignoro los múltiples procedimientos que han sido inventados para conducirnos, grosera o sutilmente, al silencio más vergonzoso. Porque abstenerse de acusar a corruptos, torturadores, asesinos e ineptos es un hecho que acaba con la dignidad. No existe miedo alguno que pueda ser útil para justificar esa omisión. El ciudadano comprometido con la libertad no debe, desde ninguna perspectiva, contemplar cómo una sociedad se vuelve inhabitable. La democracia se fortalece cada vez que alguien levanta el tono de su voz. Habiéndose reconocido este derecho, inherente a la esencia de los hombres, corresponde que, sin importar las circunstancias, acometamos su ejercicio. Sólo una dictadura puede irritarse frente a ese acto, cuya repetición es un síntoma de salud. Cuando se tiene decencia

Testigos de la opresión del poder

Porque, en verdad, el auténtico dolor, el colmo del sufrimiento es individual, no multitudinario. Edgar Allan Poe Cuando el poder no logra persuadir a un individuo de venerar sus afrentas, opta por corromperlo. Así, se otorgan favores, distribuyen dádivas u ofrece alguna participación en el festín: intentan rebajar a ese disidente al nivel del oficialismo. Desgraciadamente, las tentaciones concebidas por los gobernantes son tan fascinantes que, con frecuencia, muchos aceptan la venta de su lealtad. Resulta indiferente que, como suele ocurrir, el precio de la dignidad sea mínimo; es un hecho deplorable, merecedor del aborrecimiento más firme. Aunque las necesidades amenacen con privarnos de la vida, convalidar los abusos del Gobierno es un acto que conlleva una eterna condena moral. Quizá debido a esta gravedad, percibida por quienes no han perdido el sentido de la decencia, existen hombres que, irradiando honor, rechazan sumarse al proceso. Ellos impiden que nuestra d

Escribe un extremista de la derecha

Existe un hecho evidente que parece enteramente moral: un hombre es siempre presa de sus verdades. Albert Camus Yo no he nacido para ser conciliador, sino a fin de convertirme en un partidario del combate intelectual. Fracasará quien me pida el acercamiento entre un régimen siniestro y sus opositores. Este tiempo no es propicio para descubrir méritos en un adversario que anhela mortificarnos eternamente. No me aflige que, por enésima vez, alguien recuerde los peligros del maniqueísmo. Tengo una postura que, sin vacilar, defenderé de manera vehemente. Estoy seguro de que, hasta el último respiro, afrontaré mis batallas con la intransigencia más feroz. Es el efecto de juzgar estimable la coherencia, esa virtud que cuantiosos contemporáneos han optado por abandonar. Esto hace que considere la radicalidad como un estandarte. El extremo está hecho para los hombres que no se sienten cómodos con la mediocridad, pues, a menudo, ésta es un sinónimo del equilibrio. Desde hace var