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Mostrando entradas de junio, 2012

Manfredo, un intelectual de fuego

El escritor no es un canario o un zorzal. No debe limitarse a cantar a la luna. Jesús Lara El día en que un intelectual se abstenga de pronunciar críticas feroces, causadas por los despropósitos del hombre, contravendrá su propia esencia. La naturaleza le demanda plantear sus objeciones sin ninguna clase de suavidades diplomáticas. Si su autoridad se origina en las letras, tiene que usar la pluma para embestir al enemigo. Uno espera que, cuando censura las perversiones, esa voz carezca de dulzura. En este sentido, el temor a las acusaciones de incorrección política debe desaparecer. No necesitamos que su palabra nos sosiegue; precisamos, quizá con demasiada urgencia, ser incitados a cometer insubordinaciones. Por ende, la tibieza es un mal que no conviene admitir como tolerable. Lógicamente, esto no significa que él se limite sólo a expeler injurias, maldecir y amenazar con vapuleos al gobernante; sus acciones deben ser más generosas. Por suerte, hay todavía escrito

Cuando esta brutalidad se acabe

Si hemos fracasado en el primer intento de crear un mundo de hombres libres, tenemos que intentarlo de nuevo. Friedrich A. Hayek La creencia de que nadie puede contrarrestar los abusos de las autoridades, aun cuando éstas cuenten sólo con poder local, es falsa. Jamás dejará de haber individuos a quienes no les atemorice desafiar al gobernante, intentar su derrocamiento. Ideas modernas hicieron posible que la situación de un vasallo se considere indigna; por consiguiente, el sometimiento acrítico a los dictados del semejante es tan retrógrado cuanto inaceptable. No interesa que, recurriendo a los fondos públicos, se compren complicidades y silencios vergonzosos. Sé que suena inverosímil, pero viven todavía muchas personas dispuestas a no pactar con la inmoralidad. La presencia de estos seres, cuyo espíritu no conoce el defecto del desdén, es un capital que cualquier ciudadano debe apreciar. Los reclamos que realicen son fundamentales, necesarios, vitales para sustentar n

Revoluciones atómicas

Quiero ser un rey sin tierra y sin súbditos. Jean-Paul Sartre La monotonía es un vicio que no debemos soportar. Conservar una serie de hábitos que, desde su puesta en práctica, no ha servido para mejorar nuestra vida es un absurdo. Sea por flojedad o cobardía, evitar la búsqueda de mayores conquistas no puede ser considerado elogiable. Únicamente las estatuas tienen derecho a permanecer inmóviles, aguardando el momento en que un sujeto decida pulverizarlas. Cada jornada se presenta para ser tomada por quienes sueñan despiertos; durante su vigencia, la quietud es un estado que no corresponde admitir. Mientras sea posible, las primeras luces del día tienen que contemplar a quien desea rebasar todo límite. Ése es el momento de comenzar la gesta que, aun cuando no sea consumada, nos incita a levantarnos. Nadie privará del deseo de comenzar una revolución que pueda realizarnos como individuos. Aunque se participe todavía en empresas similares –provocadas por tiranías y dic