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Mostrando entradas de septiembre, 2017

El infortunio de caer

En la cabeza de la gente mediocre existe, inextirpable, la idea de que un hombre grande tiene que ser grande siempre y en todas partes, constantemente victorioso, siempre el primero de la clase… La verdad es muy otra: que cada hombre paga su grandeza con muchas pequeñeces, su victoria con muchas derrotas, su riqueza con múltiples fracasos. Giovanni Papini Con regularidad, las palabras de Cioran nos invitan a pensar en nuestras limitaciones, debilidades y miserias. No es un autor que sirva para el enorgullecimiento del ser humano, impidiendo esa sensación de grandeza sin la cual cuantiosos semejantes no sabrían ni siquiera cómo sobrevivir. Otros individuos han asumido la misión de recordarnos cuán lejos podemos llegar, resaltando obras e ideas que acreditan talento. Ellos ayudan a renovar la confianza en el prójimo. Pero ésta es una labor que, aunque necesaria para el ánimo de distintos sujetos, no reconoce como propia quien escribió Ese maldito yo , entre otros volúme

La insania en el poder

Rara vez sucede, sin embargo, que los hombres vivan bajo la guía de la razón; sino que están conformados de tal suerte que la mayoría son envidiosos y se molestan mutuamente. Baruch Spinoza En sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio , encontramos al mejor Maquiavelo. Las páginas que contiene dicho libro no responden al propósito de ganar privilegios, seducir a gobernantes para gozar también del poder, aunque fuera éste arbitrario. No hay un príncipe que deba ser instruido para ejercer su mando sin preocuparse por ninguna restricción. La obra en cuestión despierta nuestro afecto por el orden civilizado, las reglas republicanas, los principios que hicieron grande a Roma. Esto no significa que su provecho resulte innegable sólo para esa época; por lo contrario, la grandeza está en su trascendencia. Pienso, por ejemplo, en su reflexión sobre cómo, al crear leyes, es necesario presuponer que todos los hombres son malos. Se aconseja tomar precauciones, evitar un

Las querellas de la libertad

Por muy desesperado que pueda ser el estado del problema, por muy aplastantemente que pueda hablar toda evidencia psicológica contra la libertad, el hombre no puede –ni le está permitido– dejársela quitar. Nicolai Hartmann Ya en el primer tomo de Los enemigos del comercio , Antonio Escohotado nos regala razones para celebrar su monumental obra. El análisis que hace del pasado, recogiendo ideas en torno a la propiedad privada, tiene una escrupulosidad ejemplar; además, sus esclarecimientos son bastante aleccionadores. Con todo, en esas páginas, encontramos una contienda que, desde los espartanos hasta la Francia del jacobinismo, justifica nuestras atenciones: seguridad contra libertad. Es que incontables personas  han concebido esa inclinación por las certidumbres como un bien preciado. No interesa que los controles impuestos por su puesta en práctica terminen con cualquier espontaneidad, condenándonos a una cultura favorable a la planificación y el rigor del temor. Se

Destino conflictivo y enfrentamiento razonable

Cuando se abriga una convicción, no se la guarda religiosamente como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al sol, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Manuel Gonzáles Prada Al escribir sobre la tradición del pensamiento, Hannah Arendt explica cuándo se habría abierto el abismo entre filosofía y política. Este suceso tendría como actor principal a Sócrates. Pasa que, antes de que fuera condenado a beber cicuta, él se había preocupado por los problemas públicos, procurando un mejoramiento del orden social al cual pertenecía. No es casual que haya reflexionado fuera del espacio privado, interpelando a los ciudadanos, lanzando preguntas capaces de provocar inquietudes e importantes deliberaciones. Se confiaba, pues, en que, mediante los razonamientos, las discusiones, así como la respectiva persuasión, se podían enfrentar satisfactoriamente los obstáculos a nuestra convivencia. Sin em

Persistir en la verdad para poder convivir

Sin duda, no podríamos esperar que, al hacerlo, pueda instalarse una paz universal, pero al menos sí que la inevitable disensión se volverá poco a poco venial, la guerra menos cruel y la victoria menos arrogante. Goethe En el siglo XVI, Fernando I de Habsburgo lanzó una frase que cuenta con innúmeras evocaciones: “Que se haga justicia, aunque perezca el mundo”. Es un mandato que puede ser dictado por quien, convencido del valor de sus principios, no encuentra sino razones para exigir intransigencia. Según este criterio, se trataría de una cuestión vital, un elemento sin el que no puede concebirse la realidad. Entre los hombres modernos, seguramente, puede pensarse en la libertad, motivo por el cual se habrían justificado grandes sacrificios. Recordemos que la igualdad ha sido asimismo una idea generadora de tales radicalidades. En efecto, este vocablo, a veces intoxicado de ideología, puede marcar el único sendero que debe seguirse. Podemos figurarnos todas las falenc