Hay libros, en el recuerdo, que resultan inseparables de ciertos momentos muy nuestros. Épocas, lugares, experiencias que encuentran, en ciertas páginas leídas, su símbolo eminente, su perfecta condensación. Son las que contribuyeron a hacer de nosotros lo que somos. Santiago Kovadloff En el universo de la literatura, las figuras que concentran nuestras atenciones son quienes leen, escriben y editan. Ellos tienen el protagonismo, permitiendo que, durante ya varias épocas, desde su aparición en la Edad Antigua, los textos generen todavía consecuencias provechosas. Aunque Roland Barthes y otros pensadores hubiesen procurado su eliminación, está claro que el autor continúa siendo de importancia fundamental en ese terreno. Sin sus creaciones, sean éstas poéticas, dramatúrgicas, narrativas o ensayísticas, el hecho literario no existiría. Pero tampoco tendría sentido si nadie estuviese allí para conocer del escrito, emocionándose o, por lo contrario, casi muriendo de aburri...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.