Poner el hombre al servicio de ese instrumento es perversión política. El ser humano como individuo es para el cuerpo político, y el cuerpo político es para el ser humano como persona. Pero en modo alguno el hombre es para el Estado, sino el Estado para el hombre . Jacques Maritain Aunque suene seductor, yo no pienso caer en una exageración, vale decir: proclamar la necesidad de acabar con el Estado. Por mucho que comparta reflexiones de Thoreau, Max Stirner y Michel Onfray, entre otros anarquistas, no encuentro allí una salida razonable para enfrentar diferentes problemas. Es cierto que, a lo largo de la historia, numerosos gobernantes provocaron críticas al respecto. En lugar de facilitarnos soluciones, amargaron nuestros días con trabas, penalidades e incontables ineptitudes. Por ello, sin demora, podríamos elaborar una lista de males que deben ser atribuidos a esa molesta creaci
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.