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Mostrando entradas de noviembre, 2014

El inaguantable paraíso de los degolladores

Una de las contradicciones fundamentales del relativismo cultural consiste en que el respeto a las culturas ajenas, el reconocimiento del otro, lleva inevitablemente a admitir culturas que no reconocen ni respetan al otro. Juan José Sebreli La historia está sobrecargada de hombres que celebraron el aniquilamiento del prójimo. En muchas ocasiones, el festejo por esa eliminación ha sido solitario; sin embargo, la modalidad colectiva nunca dejó de castigarnos con su presencia. No aludo a muertes que se producen cuando las personas optan por la guerra, ese invento tan extremo cuanto indispensable para resguardar condiciones mínimas de civilidad. Es que no todos quienes participan en un conflicto bélico ansían la extinción del contrario; una obligación, a menudo cuestionable, ha puesto en ese jaleo a individuos con reservas al respecto. Descarto, pues, a ese tipo de combatientes para ilustrar mi afirmación. Lo que imagino, cuando formulo esa opinión, es un escenario en el

Tributo a una biblioteca envidiable

Mi vida ha sido de un estilo no solo periclitado sino ya casi incomprensible, porque sus acontecimientos mayores no fueron revoluciones o amoríos sino el hallazgo de ciertos libros y el descubrimiento de unos cuantos autores. Fernando Savater En sus memorias, tituladas Mis años de aprendizaje , Hans-Georg Gadamer escribe sobre personas a quienes trató cuando era universitario y con las que reconoce cierta influencia. Además de resumir idearios, él aprovecha la ocasión para recordar algunas particularidades que tuvieron Martin Heidegger, Gerhard Krüger, Karl Löwith, entre otros mortales. Con cada uno, hallamos razones para no despreciar sus obras, pues, aun cuando admitieran críticas, contribuirían a nuestro crecimiento. No obstante, subrayo la evocación de un profesor que enseñaba en Heidelberg. Me refiero a un intelectual que, semanalmente, visitaba la librería Koester para conocer novedades. Tenía en el lugar hasta un asiento que lo aguardaba; tras situarse allí, las

El ilusorio derrumbe del socialismo

Debemos cuidarnos de cometer un error equivalente al de los “marxistas”, es decir, ver en la liberalización del mundo soviético… ¡una necesidad histórica! Guy Sorman Tras haber llenado el planeta de humillaciones, servidumbres, torturas, asesinatos y millonarios con aval gubernamental, los experimentos del colectivismo parecían llegar a su fin. Se agotaba la penúltima década del siglo XX; los ciudadanos de países adscritos al socialismo, en sus distintas variantes, ya no tenían paciencia. El desprecio a sus proyectos individuales, incluyendo la pretensión de no ser controlado por ningún burócrata, se hacía inaguantable. La falta de respeto a su libertad había sido consentida por demasiadas generaciones; en consecuencia, los cambios se tornaban imperiosos. No es falso asegurar que aun el hambre impulsó movilizaciones de hombres contrarios al sistema defendido por la U.R.S.S. Claro que, para evitar un desmoronamiento inmisericorde, se planteó a quienes protestaban la posi