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Mostrando entradas de febrero, 2007

Escepticismo, crítica y autoanálisis

A Daniela Martins Gutiérrez - “La gran miseria es que los tontos sean tan seguros y los sensatos tan llenos de dudas”. Bertrand Russell - En Grecia, dos escuelas filosóficas comenzaron una lid que pervive aún hogaño. Dogmáticos y escépticos ampararon doctrinas antagónicas: los primeros se declaraban titulares de lo incontrovertible; quienes estaban en el segundo grupo, a su vez, emitían opiniones convincentes, pero abrían siempre la posibilidad de revisiones ulteriores, tanto propias como ajenas. Un escéptico no abandonaba sus estudios; los dogmáticos, suponiendo que habían descubierto las grandes verdades, optaban por pregonarlas [1] . Este lance nos ha llevado a un dilema que enfrenta certitudes definitivas con razonamientos potencialmente mutables. El presente ensayo acomete dilucidar, entre otras cuestiones, quién merece la victoria. La crítica es un arte. Las personas que quieren ejercerlo no deben dejarse subyugar por prejuicios colectivos ni limitarse al repaso servil de sus pro

Noche de plumas*

“Cuando le dije que sí, se puso muy contenta porque, me aseguró, desvirgar a un muchacho traía suerte”. Mario Vargas Llosa, El pez en el agua . - Aunque nadie lo admitía por temor a las bromas, en el curso había varios que permanecían castos. Era difícil identificarlos porque, gracias a los filmes pornográficos que arrendaban del mercado central, describían las experiencias peliculeras como si fuesen propias. Y es que, trabajando el hermano de Matías en un videoclub, los productos escabrosos eran ilimitados. Sin duda, el televisor fue un auténtico maestro de sexología, insuperable para teorizar al respecto. Fue precisamente en la casa de Matías donde se dio el primer concurso masturbatorio. Conscientes de sus necesidades fisiológicas, los organizadores del certamen explicaron brevemente que lo ganaría quien lograra terminar primero. Estando en plena adolescencia, la única dificultad era levantar el falo; acabar, una vez conseguido esto, no costaba nada. Las miradas y los comentarios bu