A Octavio Gutiérrez Figueroa - El discipulado estuvo planeando la juerga durante tres noches seguidas. Todos ellos conocían de sus peculiares deleites; los excesos que cometieron juntos eran imborrables. Platón y Jenofonte, alumnos predilectos, guerrearon entre sí con el objetivo de probar quién tenía las mejores ideas para la fiesta del maese. - Mi apreciado Jenofonte, considerando las acusaciones nefandas que se han vertido contra nuestro maestro, ese deseo de organizar una jarana pública es totalmente rechazable. Aunque tu agudeza tenga pocos semejantes, creo que la sensibilidad ha ensombrecídola hoy. - Platón, contradictor notable, ningún elogio se debiera esperar de ti. Como lo has hecho con algunas enseñanzas académicas, deformas la realidad para que tus ideas sean veneradas. Hablas de rechazar mi propuesta, pero empleas el embuste con ese fin: las sindicaciones mencionadas nunca confundirán a los miembros del Areópago; son, pues, inconducentes. Esto lo demuestra el hecho de que,...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.