El arte y las letras, y la ciencia y la filosofía, la moral y la política, deben todos sus progresos al espíritu de rebeldía. José Ingenieros Arturo Carlos Murillo Prijic no es un accidente; desde su creación, la historia de Bolivia cuenta con numerosas versiones suyas. Su caso se ha repetido hasta la extenuación. Basta con elegir, al azar, cualquier régimen que se haya ocupado de dirigir los destinos del país para notar cómo, en mayor o menor grado, contribuyó a su desprestigio. Lejos de resolver sus problemas fundamentales, muchos gobernantes, incluyendo peleles con cargos que los transforman en titanes, sobresalieron por atropellos, malversaciones e ineptitudes. No niego que haya excepciones; sin embargo, la cantidad no ensombrece, por lo cual cabe dar sitio a una crítica mayor. No se puede obrar de otro modo. No importa que, en poco tiempo, su figura, con otro nombre, vuelva a tener presencia. Nunca será inútil tomar la palabra para señalar un mal que no parece...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.