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Mostrando entradas de junio, 2018

La ilusoria pretensión del control absoluto

Cuando se elimina este freno del orgullo se da un paso más en el camino hacia un cierto tipo de locura: la intoxicación de poder que invadió a la filosofía con Fichte y a la que los hombres modernos, sean o no filósofos, se sienten predispuestos. Bertrand Russell Es erróneo suponer que la moderación resulta siempre positiva. Ocurre que, en ocasiones, las pretensiones elevadas pueden ser beneficiosas. Una genial obra de arte no suele relacionarse con aspiraciones menores del autor. Por supuesto, no descarto que, casi de forma regular, las personas se hayan topado con malos ejemplos al respecto. Los deseos de tener el poder absoluto, verbigracia, han dejado en lo pasado razones válidas para justificar su censura. Puede usar un tono modesto; empero, tarde o temprano, la megalomanía del gobernante nos tendrá como víctimas. En consecuencia, cabe tener reparos cuando aspirantes al ejercicio del mando dejan advertir su predilección por lo absoluto. Despreocuparse de aquello

Contra la superficialidad y el simplismo

He aspirado siempre a un pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la contradicción interior. Siem­pre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas . Edgar Morin Vivimos en una época que, generalmente, por desgracia, no busca la profundidad, sino, como sostuvo Arendt, el aplanamiento. En efecto, muchas personas prefieren eludir las exigencias de orden intelectual, el esfuerzo que se precisa mientras procuremos distanciarnos del engaño. Existe una peligrosa predilección por permanecer en la superficie, relegando cualquier inquietud que sea capaz de afectar nuestra paz. Es que, teniendo esa clase de actitudes, numerosos problemas no son advertidos ni, por ende, analizados para su respectiva resolución. Porque no basta con examinar las consecuencias, lo que se nos muestra sin complicaciones, a simple vista; debemos también apostar por examinar sus raíces. Está claro que

Cuando los libros comienzan la batalla

No se trata de hacer inteligible una obra, sino de sensibilizarnos hacia lo que constituye su valor. André Malraux En 1888, mucho antes del llamado de Sartre al compromiso intelectual, Manuel Gonzáles Prada denunció a la fraseología, un vicio que infestaba Perú. Así, en diferentes ámbitos que presentaba la literatura de su país, nos topábamos con palabras tan abundantes cuanto infértiles. Pero no pasaba solamente por la cantidad, ese número del todo indigerible que no refleja buen juicio ni, menos aún, escrúpulos estéticos; el problema giraba en torno a las ideas. Se decía demasiado sobre diversos temas, mas casi nada valía la pena. Podíamos llenar numerosas páginas; empero, poco resultaba útil para las tareas del pensamiento. Se demandaba, pues, la presencia de escritores que asuman el deber de abrir los ojos del prójimo, ayudando a liquidar mitos, supersticiones y prejuicios. Porque las reflexiones que se dejan por escrito pueden suscitar cambios de gran valía. Un