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Mostrando entradas de septiembre, 2006

Voluntariamente apátrida

“No tengo nacionalidad, el mejor status posible para un intelectual”. ---------------------------------------------------------------------- Émile Michel Cioran Hubo una época en la que me sentí boliviano. Con seguridad, ser el escolino abanderado fue fundamental para experimentar tan odiosa perversión. Ulular las estrofas del himno nacional era un suceso truculento: mirada estatuaria, rigidez militar y gravedad patente convergían en ese rapacejo que anhelaba tomar el solio gubernamental. Alzando la oriflama del país, mi fervor no admitía refutaciones. Gárrulos e insensatos, los educadores jingoístas [1] creían haber formado exitosamente al nuevo repúblico. Incurrí también en el regionalismo [2] . La glorificación de Santa Cruz origina un aborrecimiento que castra legítimas reclamaciones expelidas contra el Gobierno Central. Muchos historiógrafos discantaron las tropelías sufridas por este solar, fraguadas desde aposentos palaciegos. Con todo, sostener que las excrecencias cruceñas t

El provecho de los infortunios

“Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista”. ----------------------- Jorge Luis Borges, «La ceguera», Siete noches . Cada día, exceptuando aquéllos en los que me caigo del tiempo, espero el alba denodado a guerrear contra la inactividad cerebral [1] . Vencido Morfeo, lo porvenir muéstrame las situaciones que arrostraré. Desafortunadamente, la solercia que tengo para convertir un problema soso en una ejemplar aporía es tremebunda; por consiguiente, hiperbolizando los apuros ordinarios, las jornadas rebosan de preguntas, conjeturas y soluciones categóricas. Proclive a buscar el mayor encastillamiento, cualquier desdicha perturba gravemente mi sosiego. Frente a crecientes zozobras [2] , el suicidio podría ser algo desiderable. Mas ese piélago de conflictos exige un desarrollo individual que no tiene parangón: aceptar los retos cotidianos conlleva des

Engendro de mi cumpleaños

“A los veinticinco años, cuando es natural creer que se descubren por primera vez todas las cosas, el entusiasmo y la pedantería son atributos normales…”. Alicia Jurado, Genio y figura de Jorge Luis Borges . Llegó el momento de raciocinar sobre mis vivencias. La fecha natal suele conducirme a un aislamiento que acaba cuando cejan las inmerecidas felicitaciones [1] . Por eso, esperando una conclusión rauda del agasajo, efectuaré algunas puntualizaciones en torno a ciertos temas que han sido relevantes durante mis primeros cinco lustros. Se me imputa un virotismo y una seriedad hierática que no poseo. Lo apodíctico es que la censura del semejante abúrreme tanto como escuchar a los asambleístas bolivianos. Tamayo fue detraído antaño por vocear que era la cumbre [2] . Si consideramos la época –podría ser cualquiera-, el bardo tenía razón. Curiosamente, él pervive aún merced a los fúlgidos escritos que laboró, mientras que sus criticastros no tienen quién los visite en la necrópolis. Respec