Ir al contenido principal

Contra la siniestra barbarie

-

La incorrección política es una de mis ejecutorias. Yo no susurro cuando analizo las irracionalidades autóctonas ni evito mofarme del mortal que defiende una estupidez formidable: mi sinceridad resiste cualquier censura impuesta por la cortesía. Lo beneficioso de adoptar esta convicción es que uno ya no especula, con demencial cuidado, sobre las reacciones del prójimo, aquellas curiosas interpretaciones que consideran ultrajante una declaración radicalmente verdadera. A veces, las formas son tan regias que impiden la observación del contenido; por ende, corresponde obviar los requerimientos de retórica dulcísona para no propagar mistificaciones. Además, es poco probable que, mediante lisonjas o exhortaciones moderadas, un sujeto asuma su condición de necio, reconociendo cuán perjudiciales son los actos que comete. En este sentido, una declaración franca sería el mejor obsequio que alguien pudiera recibir si pretende corregir sus desatinos; así, verbigracia, ante un suceso incompatible con el avance civilizador, sólo queda pensar en la barbarie y desacreditarlo según esta idea.

Aunque los antropólogos se queden turulatos, yo defiendo la supremacía de Occidente. La relación horizontal de las culturas es una invención posmoderna que busca terminar con un concierto donde resulta posible el desenvolvimiento del individuo en circunstancias apropiadas. La civilización occidental ha creado las mayores obras que conocen los hombres, originado los más valiosos planteos filosóficos, políticos, jurídicos y económicos. El desarrollo científico es también uno de sus méritos, aun cuando haya críticas legítimas en torno a la exclusión del dilema ético. Por lo tanto, aceptando que hay una evolución reflejada en el progreso del mundo occidental, todo aquello capaz de contradecir sus principales postulados debe ser considerado salvaje, bárbaro, siquiera ilógico.

El progreso es un anhelo legítimo, válido y perfectamente aceptable cuando no se lo deifica. La Historia permite menospreciar a sus apasionados adoradores; sin embargo, ello no implica descartar su búsqueda, puesto que hay consenso en cuanto al perjuicio de prohibir cualquier cambio, adelanto, innovaciones que puedan mejorar la situación actual. No es imposible saber cuáles transformaciones tienen que realizarse con ese fin; las sociedades que disfrutan hoy de gran bienestar han señalado la vía que deben seguir quienes deseen modificar su realidad, extinguir miserias, fortalecer la institucionalidad: evolucionar conforme al enfoque occidental. Como buen intelectual, Domingo Faustino Sarmiento supo esto e incitó al semejante a que optara por la civilización, logrando inmenso éxito gubernamental. Su adecentamiento del soberano posibilitó un ascenso de Argentina que fascinó a numerosas personas.

Pese al provecho que un avance de las características antedichas tiene para toda la sociedad, existen individuos que, azuzados por grupos, partidos y coaliciones izquierdistas, quieren evitar el acceso a días menos ímprobos, destinando al resto de la comunidad a perennizar una indigencia que podría ser menguada si no hubiera su absurda oposición. Ellos, sujetos que cuentan con la salvaguardia de gobernantes tan bárbaros como Hugo Rafael Chávez Frías y Juan Evo Morales Ayma, desean el retroceso, ansían lo primitivo en lugar de explotar la modernidad, estableciendo vínculos comerciales que, a diferencia de lo que opinan las ONG marxistas que intoxican América Latina, favorecerán sobremanera a sus naciones. Si su fervor patriótico fuese cierto, deberían trabajar para impedir que, por efecto de medidas violentas y completamente infundadas, el país que tanto dicen amar permanezca encadenado al pasado. Sin duda, no yerra quien sostiene que los revoltosos originarios son una expresión de la barbarie que se niega a reconocer el esplendor de la civilización, donde sus insensateces no tienen cabida.


Nota pictórica. La fragua de Vulcano pertenece a Luca Giordano (1634-1705).

Comentarios

"Explotar la modernidad"...¿? Cuando es mas bien por esa facilosidad de invitar hacia muchas veces lo desconocido, hacia algo que es en demasía dañino -la modernidad-, que se llega a producir estas infecciones sociales.

E. Morales como el resto zaparrapiento de caudillos "modernos" y con preceptos "modernos", son quienes orquestan la descomposición abrupta de las células societales; en su variedad de valores y códigos de conducta naturales.

Este último tiempo la sociedad mundial se esta viendo afectada por este cáncer "moderno". Por el cual todos piensan que la política, la ideología, la conducta, la vida misma puede ser un dibujo libre al más grosero apetito. La parafernalia de la "todología" y los esbozos de "intelectuales" baratos inventólogos y verborreicos.

Un mundillo donde se intenta fervorosamente normalizar lo anormal y crear más anormalidad. A partir de la indiferencia o la ignorancia del rebaño.

La modernidad es un sistema que tiende a la barbarie.

La tradición y las costumbres -reales- están ausentes, mas no extintas. Llegará el tiempo...

Entradas populares de este blog

Vida y obra de Manfredo Kempff Mercado

      Fue un caso extraordinario de entusiasmo y amor hacia la filosofía. Augusto Pescador   1. Aspectos biográficos   Manfredo Kempff Mercado nació el 8 de enero del año 1922 en Santa Cruz de la Sierra. Fue hijo de un médico alemán, Francisco Kempff, y una dama cruceña, Luisa Mercado, quienes tuvieron cinco hijos, los que realizaron aportes de importancia a la sociedad. A propósito, se destaca lo hecho por Enrique, hermano mayor de Manfredo, pues debe ser considerado como uno de los principales escritores del siglo XX en Bolivia. Asimismo, se resalta la figura de Noel, importante biólogo que, trágicamente, fue fatal víctima del narcotráfico, desencadenando una indignación ciudadana que sirvió para repudiar a los que incurrían en esos hechos ilícitos. Nuestro pensador obtuvo su bachillerato en el Colegio Nacional Florida. Luego, contando veintidós años, se tituló de abogado gracias a la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Su tesis, defendida ...

Les presento mi nuevo libro: «Escritos anti-Morales. Reflexiones de un opositor liberal»

- Prólogo de Manfredo Kempff Suárez - Conocí a Enrique Fernández García en La Paz, hace un par de años, por intermedio de Mariano y Fernando Baptista Gumucio, naturalmente que en algún acto cultural que hoy no recuerdo. «Este es un joven cruceño, lleno de inquietudes y talento, que promete muchísimo», me dijo Mariano, con agregados complacientes de nuestro querido y extrañado Fernando, fallecido hace poco. Si los Baptista Gumucio afirmaban eso, por algo sería. Y en efecto, poco después, leyendo algunas notas de Enrique, me sorprendí por su estilo impecable y culto, y por sus enormes conocimientos filosóficos, jurídicos, históricos y literarios. Pero, además, por su capacidad de análisis y de interpretación de las cosas, hecho poco frecuente en Bolivia. Los estudios de Derecho, la cátedra universitaria, la actividad periodística, su inquietud política, pero sobre todo su infinidad de lecturas, nos señalan que, como afirmaban quienes lo conocieron antes, estábamos fren...

Manfredo Kempff Mercado, un héroe del pensamiento

- - Sencilla y deleitable tarea hablar de los triunfadores, porque exaltando sus proezas es como si buscáramos estímulo para el propio ascenso. Fernando Diez de Medina - La vida, pensamiento y obra de algunos individuos sirven para confirmar vocaciones que, por distintas razones, pueden permanecer oprimidas hasta el último estertor. Es una interpelación que se nos hace, un llamamiento del cual la menor evasiva resulta incalificable. No se trata de copiar al que haya logrado concentrar nuestras atenciones, pues, con escasas salvedades, las reproducciones en este ámbito son defectuosas. Los siglos están colmados de mortales que han pretendido emular, sin éxito, a quienes alcanzaron la cima. Son incontables las caricaturas, esos bufones que, privados de originalidad, estudian gestos, poses e ideas del prójimo para simular excepcionalidad. Ellos no contribuyen al homenaje que debe rendirse a los grandes individuos, menos todavía si descollaron por sus reflexiones. Porque éstos me...