Que nadie busque aquí palabras conciliadoras ni frases elaboradas para dicha de pacifistas extremos. Mi texto, como todos aquéllos que son inspirados por la nesciencia del Gobierno, no admite elogios parciales ni censuras leves; hoy, notablemente fastidiado, las teorizaciones ceden frente a la belicosidad. Mientras los contemporizadores siguen disertando sobre ilusiones políticas y candores oficialistas, me ocuparé de profundizar el aislamiento del que blasono.
Parece que la dignidad no consiente defensas efectivas. Conforme a lo expresado por analistas de diversa índole, las amenazas actuales y los ataques pretéritos deben ser celebrados entre quienes sufren sus consecuencias. La enseñanza cristiana se deforma en procura de sometimientos voluntarios: no basta con poner la otra mejilla, pues los victimarios exigen una recepción apoteósica de su caudillo, un festejo vinculado a las muertes provocadas por el autoritarismo que caracteriza al Poder Ejecutivo. Siguiendo esta línea, sus victorias no demandarían mucho del erario nacional porque lograrían escudarse bajo una interpretación desafortunada de la tolerancia.
Quien acepta participar de una contienda debe admitir la posibilidad del descalabro. Si a ello le agregamos el amparo del odio gubernamental, los riegos son tan altos como las canonjías ofrecidas por el adalid. El patrocinio de ideas que cimientan un proyecto antidemocrático suele recibirse con furia. Miro imágenes de distintas televisoras y no encuentro racismo. Mi dictamen es menos efectista, pero no por ello sofístico: numerosos ciudadanos decidieron reprobar la soberbia del Presidente –quien eludió reiteradamente los pedidos de disculpas por las occisiones del año pasado–, ministros y subalternos, sobreponiéndose a las milicias que habían sido adquiridas para garantizar una fiesta ultrajante. El que dispuso la represión de un pueblo porque le molestaron sus silbidos despreciadores no tiene argumentos para exigir bienvenidas entusiastas ni aplausos frenéticos, aunque lleve a su marabunta con el propósito de simular popularidad.
Cuando se agreden valores aceptados por su innegable jerarquía, los límites de la tolerancia no pueden invocarse para proteger al ofensor. Y es que quien acomete la destrucción de un orden basado en el respeto a los derechos fundamentales no merece ninguna indulgencia. Los únicos humilladores que tiene Bolivia están en el Palacio Quemado. No me hablen de vejaciones xenófobas, porque yo he contemplado sólo la consecuencia de un triunfo sublime, el efecto del júbilo desatado tras derrotar al que pretendía doblegarlos por medio de dinamitazos. Es llamativo que los humanistas partidarios del régimen denuncien ardorosamente las genuflexiones provincianas y nunca digan nada de los tres chuquisaqueños que fulminó su gobernante.
La chusma que apoya brutalmente a Morales Ayma promete acabar con los criticadores del oficialismo. Intentando alcanzar este objetivo, sus cabecillas anuncian cercos citadinos, venganzas cruentas y provisión anómala de servicios básicos. Tras este comunicado, nadie sugiere procesos judiciales, litigios que aniquilen esas amenazas generadoras de sonrisas ministeriales. Este país es tan extravagante que una ocupación violenta, lejos de ser indigna, justifica impunidades; consiguientemente, resistirla vuelve abyectos a quienes lo hagan. Sin embargo, aunque se hallen respaldadas por la fuerza pública, las legiones masistas no sojuzgarán a los individuos que albergan una noción extraordinaria de dignidad colectiva. Marra todo aquél que imagina una disputa breve. Atendiendo a esto, Juan Bautista Alberdi me obsequia las palabras finales: “Si queremos ser libres seamos antes dignos de serlo, la libertad no brota de un sablazo, es el parto lento de la civilización. La libertad no es la conquista de un día”.
Comentarios
"Si queremos [...] el parto lento de la civilización. La libertad no es la conquista de un día"
"La chusma" ..no te tomés tan a pecho a Quico o a Doña Florinda mi amigo, solo te faltó sacar la lengua!
" ..no merece ninguna indulgencia" ..¿entonces que merecen? ..¿la muerte? ..Mmmm no se, juzguen ustedes!
"Quien acepta participar de una contienda.." tiene que tener en cuenta que no es a un extraño al que ha de matar (o a lo más agredir), matará a un amigo, a un hermano, a un colega, a un paisano, a un tío, a un sobrino, a un ex-novio o novia, a un ser humano. No se.. ¿alguién acepta "participar de una contienda" así? Yo no ¿y vos?
"El patrocinio [..] suele recibirse con furia" El mito de la democracia (esa que hemos padecido en el último tiempo) reclama furia, reclama sangre, reclama odio.
"Miro imágenes de distintas televisoras y no encuentro racismo" ..che no veas tanta tele, esas son cosas de la chusma, leete alguito!
"..valores aceptados por su innegable jerarquía, los límites de la tolerancia no pueden invocarse para proteger al ofensor" (argumento similar al del proyecto Nazi, que fundamentaba su accionar en la "jerarquía" de su raza como "valor"¡¿?! en contra de el ofensor judío que amenazaba sus intereses como Nación Aria)
Me encantó tu BloOooog, constituye un muy buén ejercicio de "masturbación intelectual", y aunque quizás no pongas este post(espero que sí) me conformo con saber que lo leiste.
Un abrazo!
Un abrazo
Creo que con tu cita de Alberdi el círculo de autores reaccionarios se ha cerrado. Ya lo citaste a Sarmiento, Arguedas, Tamayo, etc.
Lo mejor en tu caso, sería regresar al Siglo XVIII o comienzos del XIX... Desgraciadamente, no puedes hacerlo... Sólo te queda contemplar cómo se transforma una sociedad para beneficio de los marginados, y enojo de las élites.
Breve y gratamente me dirijo a Ud. como boliviano residente en el extranjero y de manera especial como chuquisaqueño; expresarle mi ponderación y agradecimiento por un artículo suyo publicado en el periódico El Deber el día de hoy; creo que se necesita en nuestro país más personas como Ud. que ven las cosas con una perspectiva ecuánime de las cosas, que las diga sin temor. La verdad no debe ser callada ni dicha a medias, menos aún manipulada, cosa que lamentablemente ocurre en Bolivia, fomentando el no saber y la falta de entendimiento. Mi incondicionalidad a quienes dentro y fuera de Bolivia trabajan por mejores días. Muchas gracias.
Ing. Rodrigo Romero Andrade
Soy paceña, vivo en La Paz, pero realmente admiro a todos los pueblos que están demostrando que no todas las espaldas están hechas para sembrar rabanitos.
Ojalá hubiera muchos como usted. Un abrazo y mis deseos de que siga escribiendo.
Yolanda Gutiérrez
No te felicito por la nota, sí por la claridad de siempre.