A Octavio Gutiérrez Figueroa
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El discipulado estuvo planeando la juerga durante tres noches seguidas. Todos ellos conocían de sus peculiares deleites; los excesos que cometieron juntos eran imborrables. Platón y Jenofonte, alumnos predilectos, guerrearon entre sí con el objetivo de probar quién tenía las mejores ideas para la fiesta del maese.
- Mi apreciado Jenofonte, considerando las acusaciones nefandas que se han vertido contra nuestro maestro, ese deseo de organizar una jarana pública es totalmente rechazable. Aunque tu agudeza tenga pocos semejantes, creo que la sensibilidad ha ensombrecídola hoy.
- Platón, contradictor notable, ningún elogio se debiera esperar de ti. Como lo has hecho con algunas enseñanzas académicas, deformas la realidad para que tus ideas sean veneradas. Hablas de rechazar mi propuesta, pero empleas el embuste con ese fin: las sindicaciones mencionadas nunca confundirán a los miembros del Areópago; son, pues, inconducentes. Esto lo demuestra el hecho de que, mientras otros sabios difamados huyen, Sócrates permanece aquende, sereno y sin trepidación alguna.
- Al escucharte hablar, dilecto Jenofonte, me imagino a un hombre encerrado dentro de una caverna, capaz sólo de ver las sombras proyectadas desde afuera; por consiguiente, equivocado en la concepción de lo verdadero. Tú ves claridad donde hay únicamente boiras; probidad y sabiduría, en vez de corrupción e insipiencia. Los juzgadores envidian a Sócrates, puesto que ha rebasado los límites del presente; quieren anularlo para evitar la emancipación de los hombres, el cuestionamiento del orden que nos rige. La serenidad socrática es una demostración más de lucidez: él ya sabe lo que generará su resplandor.
La discusión se hizo extensa y, como siempre, no permitió intervenciones de los demás apóstoles. Acostumbrados a esos rifirrafes, quienes lo presenciaron sabían cuál sería el acabamiento: Jenofonte, encolerizado, termina reculando frente a la pretensión platónica. Claro que, conforme a un hábito eviterno, se reservaría el derecho de llevar obsequios portentosos, cosas que lo situasen por encima del resto.
El local escogido fue la morada de Hipófacles. Grandes habitaciones y numerosas camas fueron decisivas cuando tocó elegirla. Además, el hecho de tener esclavos cuyas lenguas habían sido mutiladas garantizaba total clandestinidad. Ordenada la preparación del banquete, restaba sólo esperar algunos días para que su francachela se hiciera realidad.
El día adiado, la llegada de los educandos fue impresionante: usando sus mejores atavíos, cargaban regalos exorbitantes para ganarse caricias profesorales; recurriendo a ilustres comerciantes, se bañaron empleando perfumes afrodisíacos; finalmente, tras insudar durante varias jornadas, tenían listas las transcripciones pedidas por Sócrates. Consciente de que su capacidad nemotécnica no era tan prodigiosa como antes, él había solicitado a sus epígonos trasuntar las lecciones dictadas desde comienzos del último bienio. Por noticias posteriores, se sabe que Platón fue uno de los peores copistas (expuso ideas personales como si hubieran sido defendidas por su rutilante guía).
Cumpliendo un precepto académico, una vez dentro del local escogido, los alumnos caminaron hacia la mesa capital y dejaron sus presentes. Luego, dibujando una sonrisa lúbrica, se quitaron todas las prendas e iniciaron un vendaval de besos que dejó embelesado al gran filósofo. Vino, manjares exóticos, lascivia gobernante: satisfacer los deseos orgiásticos era ineluctable. Además, el escenario tornábase más decadente que las otras veces porque Papadópolus consiguió que uno de sus esclavos le fabricara bebidas alucinógenas propias del mundo bárbaro. Dos jarras fueron suficientes para lograr endiabladas excitaciones.
Notificadas por vecinos que no podían dormir debido a los alaridos del grupo filosófico, las autoridades locales enviaron a unos guardianes para terminar con la inmoralidad socrática. El decreto había sido pronunciado: cansados de sus ideas subversivas, procesarían a Sócrates para evitar comportamientos similares en todas las polis. Era la oportunidad esperada por todos sus enemigos.
Los apresadores tuvieron que sortear numerosas cópulas regadas por todo el salón principal. Turulatos frente a tanto desenfreno, buscaron rápidamente al agasajado, encontrándolo debajo de una mesa, extático por haber conseguido que sus seguidores lo amaran con suma intensidad. Claramente narcotizado, fue detenido por dos agentes y, cuando uno de ellos –ex discípulo– le reclamó por la bacanal vista, se limitó a balbucir: “Yo sólo sé que nada sé”. Con certeza, el meditador conservaba todavía la perspicacia necesaria para empezar a forjar su propia defensa, una que tuviera como argumento cardinal la inimputabilidad por grave perturbación de la conciencia.
- Mi apreciado Jenofonte, considerando las acusaciones nefandas que se han vertido contra nuestro maestro, ese deseo de organizar una jarana pública es totalmente rechazable. Aunque tu agudeza tenga pocos semejantes, creo que la sensibilidad ha ensombrecídola hoy.
- Platón, contradictor notable, ningún elogio se debiera esperar de ti. Como lo has hecho con algunas enseñanzas académicas, deformas la realidad para que tus ideas sean veneradas. Hablas de rechazar mi propuesta, pero empleas el embuste con ese fin: las sindicaciones mencionadas nunca confundirán a los miembros del Areópago; son, pues, inconducentes. Esto lo demuestra el hecho de que, mientras otros sabios difamados huyen, Sócrates permanece aquende, sereno y sin trepidación alguna.
- Al escucharte hablar, dilecto Jenofonte, me imagino a un hombre encerrado dentro de una caverna, capaz sólo de ver las sombras proyectadas desde afuera; por consiguiente, equivocado en la concepción de lo verdadero. Tú ves claridad donde hay únicamente boiras; probidad y sabiduría, en vez de corrupción e insipiencia. Los juzgadores envidian a Sócrates, puesto que ha rebasado los límites del presente; quieren anularlo para evitar la emancipación de los hombres, el cuestionamiento del orden que nos rige. La serenidad socrática es una demostración más de lucidez: él ya sabe lo que generará su resplandor.
La discusión se hizo extensa y, como siempre, no permitió intervenciones de los demás apóstoles. Acostumbrados a esos rifirrafes, quienes lo presenciaron sabían cuál sería el acabamiento: Jenofonte, encolerizado, termina reculando frente a la pretensión platónica. Claro que, conforme a un hábito eviterno, se reservaría el derecho de llevar obsequios portentosos, cosas que lo situasen por encima del resto.
El local escogido fue la morada de Hipófacles. Grandes habitaciones y numerosas camas fueron decisivas cuando tocó elegirla. Además, el hecho de tener esclavos cuyas lenguas habían sido mutiladas garantizaba total clandestinidad. Ordenada la preparación del banquete, restaba sólo esperar algunos días para que su francachela se hiciera realidad.
El día adiado, la llegada de los educandos fue impresionante: usando sus mejores atavíos, cargaban regalos exorbitantes para ganarse caricias profesorales; recurriendo a ilustres comerciantes, se bañaron empleando perfumes afrodisíacos; finalmente, tras insudar durante varias jornadas, tenían listas las transcripciones pedidas por Sócrates. Consciente de que su capacidad nemotécnica no era tan prodigiosa como antes, él había solicitado a sus epígonos trasuntar las lecciones dictadas desde comienzos del último bienio. Por noticias posteriores, se sabe que Platón fue uno de los peores copistas (expuso ideas personales como si hubieran sido defendidas por su rutilante guía).
Cumpliendo un precepto académico, una vez dentro del local escogido, los alumnos caminaron hacia la mesa capital y dejaron sus presentes. Luego, dibujando una sonrisa lúbrica, se quitaron todas las prendas e iniciaron un vendaval de besos que dejó embelesado al gran filósofo. Vino, manjares exóticos, lascivia gobernante: satisfacer los deseos orgiásticos era ineluctable. Además, el escenario tornábase más decadente que las otras veces porque Papadópolus consiguió que uno de sus esclavos le fabricara bebidas alucinógenas propias del mundo bárbaro. Dos jarras fueron suficientes para lograr endiabladas excitaciones.
Notificadas por vecinos que no podían dormir debido a los alaridos del grupo filosófico, las autoridades locales enviaron a unos guardianes para terminar con la inmoralidad socrática. El decreto había sido pronunciado: cansados de sus ideas subversivas, procesarían a Sócrates para evitar comportamientos similares en todas las polis. Era la oportunidad esperada por todos sus enemigos.
Los apresadores tuvieron que sortear numerosas cópulas regadas por todo el salón principal. Turulatos frente a tanto desenfreno, buscaron rápidamente al agasajado, encontrándolo debajo de una mesa, extático por haber conseguido que sus seguidores lo amaran con suma intensidad. Claramente narcotizado, fue detenido por dos agentes y, cuando uno de ellos –ex discípulo– le reclamó por la bacanal vista, se limitó a balbucir: “Yo sólo sé que nada sé”. Con certeza, el meditador conservaba todavía la perspicacia necesaria para empezar a forjar su propia defensa, una que tuviera como argumento cardinal la inimputabilidad por grave perturbación de la conciencia.
Comentarios
¡filosofía XXX!
jeje
así es más interesante...
abrazos
Saludos
Ay que sonsos...
haber anónimos...que es eso de ocuparse de la vida ajena y ademas criticarla??? qué feo che...
Pero bueno..qué bien ocupan su tiempito, felicidades chicos! Espero q sigan desperdiciando más sus minutos en esos inservibles comentarios. =) Besos y abrazos...los espero tb en mi blog..que hay muuuuucho material para "comentar" tb =D
Besitos enrique..adios!!!
No puedo morderme la lengua. Respecto al comentario anónimo: un baño de educacion y respeto tampoco va mal... y sobre todo "dar la cara".
Posso deixar um conselho? Não permitas comentários anónimos no teu blog. E continua a escrever belos textos.
espero tu proximo post =)
Gracias por la felicitación del otro día, me sorprendió!
Me gustaría saber cómo te enteraste?, porque la verdad que la prensa, poco o nada nos promocionó.
Aprovecho para citar tu obra "El quinto poder" y criticar a la prensa cruceña...ya que no piensan en el impacto positivo que podría causar como ejemplo a los jóvenes, el promocionar un evento solidario organizado por ellos. En cambio cuando son jóvenes los causantes de peleas en la Universidad, cuando están bebiendo en Equipe o cuando una modelo se embaraza le dedican 20 o más minutos al escándalo.
Sin embargo te comento que a pesar de la poco promocion de los medios de comunicación (rescatando a nuestros amigos de NEO, Pablito y Sebastian, a Sandra Parada y un pequeño flash en Unitel gracias a influencias)el evento fué un éxito!!!!!
Lo principal fue la recaudación gracias a más de 35 amigos comprometidos que logramos vender más de 5000 rifas que equivale a más de 25000 Bs que se invertirán en su totalidad para comprar material escolar a los niños damnificados que han perdido todo, que son en total en SC 17000 niños.
Sobre el espectáculo fue todo un éxito también: tocaron: Anomalía, Oxigeno, Andrés Barba, además de Grupos de baile de música chaqueña que amenizaron el espectáculo.
Nuestras invitadas especiales fueron Jesica Jordan, la actual Miss Bolivia, que se dirigió al público con un mensaje de incentivo a la solidaridad demostrando que no solo es bella, sino sensible y humilde; y la señora Sonia de Costas quien nos incentivó a seguir adelante con el grupo y sus palabras nos conmovieron.
Ya hemos entregado todos los premios a los ganadores y lo que toca es la parte bonita: comprar el material y llevarlo a los niños!!!!
Si quisieras ir para ese día o para conversar de otra cosa
Mi correo es:
c_mendoza_b12@hotmail.com
Gusto de saludarte y hasta pronto o hasta algun día.
Caro