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Escohotado, el reflexivo goce de vivir

 



Es preciso descubrir tanto al héroe como al payaso que se ocultan en nuestra pasión por el conocimiento, para seguir gozando de nuestra sabiduría.

Friedrich Nietzsche


Hay temas sobre los que Borges no deja gran margen para la discusión. Por ejemplo, si tuviésemos que asociarlo con algo, pensaríamos en los libros. Como se sabe, para él, la biblioteca era una especie de paraíso. Lo fue desde sus primeros años, aquella infancia que ya lo tuvo como traductor de Wilde. Pocas veces se halla tan bien encarnada la idea de una existencia dedicada a las letras. Sin embargo, ese distinguido bibliófilo, en momentos de conmovedora franqueza, sostuvo también que le había faltado vivir. Porque, aun cuando resulte grato, el contacto con la literatura no basta. Un intelectualismo radical puede traer consigo el aumento de nuestros conocimientos, la fascinación ante dudas, entre otros aspectos, mas eso no es suficiente. Por suerte, la mezcla con otras dimensiones humanas es posible.

Antonio Escohotado Espinosa, filósofo y jurista, profesor e infatigable autor, puede servir como símbolo de la combinación del pensar con el vivir. Nacido en 1941, tiene una producción bibliográfica que puede calificarse de formidable. Su Historia general de las drogas, verbigracia, contiene páginas tan numerosas cuanto eruditas, así como reflexivas. Su lanzamiento fue la consecuencia de un significativo esfuerzo personal. A propósito, no tenemos aquí descripción pesarosa; desde su perspectiva, ser laborioso es una virtud, por lo cual dedicarse, con rigurosidad, a un tema en concreto debe juzgarse positivo. Ese mismo tipo de trabajo, ejemplar como pocos, se puede notar en sus tres volúmenes que conforman Los enemigos del comercio. Con seguridad, esta historia moral de la propiedad es una obra maestra, debiendo ser apreciada, en especial, por todo partidario del liberalismo. Empero, sus libros no han anulado el resto de la vida.

Además de pensar, desde lo dicho por los griegos hasta las extravagancias irracionales del posmodernismo, Escohotado ha sido enfático en vivir. En la década del 70, siglo XX, se fue a Ibiza. Estados Unidos, con Nixon de presidente, había convencido a los más desiguales países, desde Cuba hasta España, para penalizar sustancias sicotrópicas. De este modo, la famosa guerra contra las drogas accedía a un nivel sin precedentes. Frente a esto, nuestro filósofo se sumó a una cruzada contracultural. Se reivindicaba una forma de vida distinta. Esas prohibiciones equivalían, entre otras cosas, a infundadas intromisiones. Cabía, pues, el patrocinio de la soberanía individual, uno que se cristalizaría asimismo en Amnesia, discoteca fundada por don Antonio el año 1976. Desde su aparición hasta el presente, se ha consolidado al punto de que llegó a ser considerada como la mejor.

Su salvaguarda del libre comercio de los estupefacientes trajo consecuencias negativas. En 1983, nuestro filósofo fue detenido por un supuesto tráfico de drogas. La condena se fijó, pasando varios meses en un recinto penitenciario. Nada más lejano al destino de Borges o, en el ámbito filosófico, Kant, cuya vida se limitó a ser académica. Antonio Escohotado aprovechó esa pérdida de libertad para escribir, valiéndose del material acumulado hasta entonces. Aquí, por tanto, la vida se combina nuevamente con el pensamiento riguroso. En realidad, al margen de reflexionar, lo que resulta útil para distinguirlo es la pasión por estudiar. Él mismo lo ha señalado de forma bella: el destino del hombre es saber. No aludo a ninguna sabihondez; conocer, investigar, discutir, en suma, sirve para tener una vida más placentera. Tal vez una tan fascinante como la del maestro.


Nota fotográfica. La imagen que ilustra el texto fue tomada por Elvira Megías.


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