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El fin de un abominable redentor




Estos hombres no se sienten humanos. Se sienten dioses.
Paul Berman

El militar, político y autócrata Hugo Rafael Chávez Frías ha muerto. Lo hizo el mismo día en que, hace seis décadas, perecía Iósif Stalin, ese monstruo con quien tuvo grandes coincidencias. Su anhelo de gobernar eternamente Venezuela no fue satisfecho. Terminó así una espantosa tentativa de salvar el mundo que, usando a Bolívar hasta la saciedad, lideró durante varios años. Dejo a otros seres que se ocupen de reconocerle virtudes; yo le identifico numerosos defectos, los cuales me impiden experimentar congoja por el deceso. Al contrario, recordando sus diversas arbitrariedades, siento alivio gracias a que una persona de tal calaña sucumbió. Los hombres infames no deben imponernos la obligación de respetarlos. Si ellos se esforzaron en desgraciar al semejante, agrediéndolo porque rechazaba sus imbecilidades, no tienen que aguardar condolencias. La coherencia vuelve imposible que cometa esa hipocresía. Nunca elogiaré al sujeto que dinamitó la democracia, encarceló a los opositores, apadrinó el terrorismo e incitó al odio entre sus conciudadanos.
Ante todo, debemos recordar a Chávez como un enemigo de la libertad. Ardoroso defensor del socialismo, le molestaba cualquier expresión de un valor tan fundamental como ése. Prefería soñar con la instauración de un reino en el que los individuos sean radicalmente siervos del Estado. Por enésima vez, se quiso construir una sociedad que, contradiciendo los intereses más sensatos del hombre, forzara su involución. Poseído por el espíritu del cesarismo, él asumió la misión de materializar aquella utopía. Ninguna otra persona estaba en condiciones de hacerlo, porque el experimento tolera apenas un practicante. Sólo el déspota podía gozar de autonomía, siendo soberano para dictar la ruta que debían seguir los subordinados. Su veneración de políticos que, en distintas épocas, trabajaron con dicha finalidad no es casual; el aprecio revelaba cuánto ansiaba ese destino alcanzado por los apóstoles del colectivismo. Estimo que hizo lo necesario para estar en el panteón de Guevara y demás criminales.
El difunto ya citado ganó elecciones, pero jamás adoptó la convicción de un verdadero demócrata. Su carisma y la predilección de muchos individuos por los caudillos permitieron que conquistara el poder. Aunque haya sido un golpista frustrado, tuvo las cualidades requeridas para recuperarse del descalabro. No obstante, al igual que Adolf Hitler, utilizó los mecanismos de las instituciones republicanas, mas, cuando llegó a la cima, optó por desnaturalizarlas. El objetivo era evitar que alguien pudiera sucederle. A fin de lograrlo, fueron empleados todos los recursos que la imaginación del régimen pudo concebir. El paso hacia la tiranía fue trabajado sin descanso. Lo malo es que abundantes ciudadanos celebraron la decadencia. Empujados por el resentimiento, miles de sujetos integraron sus legiones, estando siempre dispuestos a secundarlo. Los venezolanos vivieron esa desventura en otras ocasiones; tristemente, la peste del autoritarismo parece inmortal.
La megalomanía hizo que sus disparates afectaran a diferentes países. Con el pretexto de atacar a Estados Unidos, financió movimientos que, generalmente, estaban marcados por la violencia. Son múltiples los grupos que, a nivel mundial, recibieron el apoyo de su presidencia. Ello provocó graves problemas a quienes pretenden tener una convivencia que sea civilizada. Por ejemplo, Colombia sufrió debido al patrocinio a las FARC, pues buscar la paz ha sido algo circunstancial. Por esa clase de colaboraciones, hubo gobernantes en Latinoamérica que tuvieron dificultades para cumplir el mandato del electorado. Acontece que la intromisión en los asuntos regionales fue grosera. Conviene resaltar que, con placer, burócratas de la izquierda lo ayudaron a expandir el mal. Esta misma gente, repudiable como pocas, aplaudió que se hubiese reunido con algunos de los mayores dictadores. Supongo que lo evocarán al lado de Sadam Husein y Muamar el Gadafi, sus condignos compañeros.

Comentarios

Astrolito ha dicho que…
De escritor, filosofo y abogado tienes muy poco..

Solo te queda la necedad de opinar con las emociones, la terrible inhumanidad de alegrarte y hacer escarnio de la muerte de un ser humano y utilizar para ello supuestas razones y argumentos "humanitarios"; de negar el redentorismo del aludido (Chavez) pero asumir que eres el único que tiene la verdad y que encima hablas por todos..

Abominable..? , abominable es tu articulo, que trasunta odio y frustraciones de quien pretende que los falsos epígrafes (soy.. escritor, abogado y encima filosofo..!!??) suplan la calidad humana, abominable articulo que descubre tu actitud servil a los amos economicos del planeta, abominable que niegues que tipos como Chavez emergen en nuestras latitudes, como producto que somos (hablo de Latinoamérica) el continente con mas injusticia social y desigualdad y pese a ello la esperanza de cambio y de días mejores no muere...

Es obvio no estas en los zapatos de millones de desesperados y hambrientos que necesitan de símbolos de esperanza, de redención ., a voz te pagan por "filosofar" aunque escribas "disparates", naciste en cuna de rico, seguro exiges que te llamen "doctor" o a lo mejor "filosofo", jamas tuviste que preocuparte que comerán tus hijos hoy y que sera de ellos mañana...

En ese contexto me pregunto quien es el abominable y monstruo..? seguro que lo eres TU, mucho mas que Chavez....

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