Escucho el clamoreo que demanda la punición del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada Sánchez Bustamante. Frente a la embajada estadounidense, los activistas profieren dicterios y consuman evacuaciones para que nadie ignore su enfado. La cólera ha sido despertada por el asilo que concedió Estados Unidos a Carlos Sánchez Berzaín, símbolo del rigor gubernamental, avilantez hecha burócrata. Otra vez, según los que dirigen la muchedumbre, el imperio yanqui obró a satisfacción de sus mercenarios, individuos colocados en el Tercer Mundo con una misión específica: garantizar que los recursos naturales sigan siendo expoliados a favor del capitalismo anglosajón. Confieso no haberme creído esta fantasía narrada por izquierdistas que procrean falsedades porque saben cuán destruibles son sus planteos ideológicos. Respecto a lo acaecido en octubre del año 2003, mi dictamen es antitético, tan políticamente incorrecto como destacar la ignorancia o el amaneramiento de los gobernantes.
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¡Justicia!