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Mostrando entradas de agosto, 2006

Aviso que quiso ser notable

Fastidiado por la corrupción judicial, las arbitrariedades de los fiscales y el bas- tardeo mental que caracteriza a innnu- merables colegas, abogado resuelve a- bandonar la comunidad forense para e- fectuar labores más dignas. Con ese fin, ofrece sus servicios personales al mortal que así lo requiera. Potenciales emplea- dores, rogamos tener en cuenta la faceta literaria e iconoclasia del cesante. Mayo- res referencias: 770-34863 (Enrique).

Sobre mi participación en "Fisuras"

En mayo del presente año, Roberto Barbery Anaya propúsome conversar sobre modernidad y posmodernidad a partir de un cuento borgesiano, El Sur . Allende nuestra inmarcesible amistad, confieso que acepté también su invitación por motivos triviales: estar en Fisuras no es ninguna bagatela. La emisión del parlamento llevóse a cabo el 11 de junio. Fue una hora sumamente proficua: José Ortega y Gasset, Émile Cioran, Michel Foucault, Sören Kierkegaard, Jacques Derrida e incluso Eduardo Galeano nos acompañaron en las lucubraciones efectuadas. Admito que remirar su contenido me colma todavía de júbilo. Hoy, lunes insípido, escribo estos párrafos debido a que una desconocida me felicitó ayer por el consabido diálogo. Ya lo habían hecho otras personas; empero, la munificencia de aquella varona hizome tan feliz que no quise repetir más esta frase nietzscheana: “Nadie agradece al ingenioso el que se ponga al nivel de un grupo de gente en el que no se considera cortés mostrarse ingenioso”. Karl Jas

Exhortación literaria

“Un autor no escribe cualquier libro. Escribe el que quiere leer y que no encuentra en ninguna parte”. ----------------- Augusto Roa Bastos, El trueno entre las páginas . Hace seis meses, ahítos de las badomías periodísticas, publicamos La dictadura del Cuarto Poder . Este libro, flamígero como los otros títulos escritos junto con Octavio Gutiérrez Figueroa, ha originado variadas reacciones que arroban a sus autores: encomios televisivos, censuras injuriosas y amenazas pueriles. Ignoro si nuestras cavilaciones podrán demudar la ominosa situación mediática; empero, confío en que, tras leerlas, los gaznápiros opten por adecentarse un poco. Mariano Baptista Gumucio, celebérrimo pensador boliviano, tuvo la generosidad de redactarnos el prólogo. Una vida rutilante dentro del campo intelectual le otorga la férula suficiente para devastar o fortificar las críticas que se le hagan al Cuarto Poder. A continuación, evocando los parlamentos que sostuvimos en tierras andinas, rescato algunos juici