Ir al contenido principal

H. C. F. Mansilla y la vocación intelectual




La persona se define por su asentimiento a los valores de la verdad, la belleza y el bien ético; por su vocación de realizarlos. Pero la proyección hacia los valores no es válida si no es directa y libre, esto es, si no es personal.
Francisco Romero

En una conferencia del año 1970, don Julián Marías enseñó que, aunque lo intentáramos, nunca podríamos escoger dos ingredientes radicales de nuestra vida. El primero es la circunstancia, esas condiciones que, en mayor o menor medida, influyen cuando debemos tomar decisiones. Así, tenemos factores físicos, químicos, pero también políticos, económicos, culturales y, desde luego, históricos que nos colocan en un escenario menos amplio de lo supuesto. No significa que nos dejen sin alternativas; simplemente, éstas pueden llegar a reducirse de manera severa. El segundo elemento que no podríamos elegir es la vocación. Se trataría de un llamado gracias al cual el hombre se realizaría a cabalidad. Es cierto que, por distintas causas, uno puede seguir otro camino, porque, en ocasiones, cumplir con el destino personal resulta demasiado difícil. No es seguro, pues, que todos insistan en arribar a esa suerte de meta existencial.
Elegir una vocación implica que nos dediquemos a su puesta en práctica de forma militante. De lo contrario, estaríamos protagonizando juegos, ejercicios de simulación. Sucede algo similar con los niños. En efecto, tal como lo apunta José Luis López Aranguren, cuando ellos juegan a ser piratas, príncipes, policías o ladrones, se hallan en una evasión de la realidad. Empero, lejos ya de su infancia, todo individuo no debería estar en esa mascarada, probando oficios, lo cual implica perder tiempo para lo que es verdaderamente importante. Lo primero que debería interesarnos es transitar por esa senda en donde nos sentimos más a gusto. Podemos toparnos con dificultades de diversa índole, incluso fracasar en el recorrido; no obstante, a la postre, haberlo intentado nos librará del arrepentimiento que llega durante los últimos estertores.
H. C. F. Mansilla es un intelectual a carta cabal. Los tres tomos de sus Obras selectas, publicadas magníficamente por Rincón Ediciones, lo demuestran con absoluta contundencia. El llamado a tener una mirada crítica, sin fanatismos ni contraproducentes indulgencias, ha sido asumido por él de modo ejemplar. Desde 1962, año en que escribió un texto biográfico y apologético del mariscal Santa Cruz, hasta el más reciente de sus ensayos, nos encontramos con quien no ha temido importunar al semejante con observaciones, cuestionamientos e indelebles interpelaciones. Con este ánimo, ha reflexionado sobre problemas de naturaleza ecológica, religiosa, psicológico-social, así como acerca del narcotráfico y la violencia política. Además, lo ha hecho mientras evitaba los extremos, huyendo de las explicaciones simplistas, resistiéndose a comodidas ofrecidas por prejucios y lugares comunes: pensando con el mayor rigor y franqueza que le han sido posibles.
No es irrelevante que acentúe su sinceridad. Ocurre que, en ese mundillo de los intelectuales, varios sujetos sobresalen por la impostura. Regularmente, son los mismos que, por un cargo diplomático u otra concesión cualquiera, pueden cambiar de ideario sin sentir ningún bochorno. En las páginas de Mansilla no hay nada que pueda ser expuesto como oportunismo. Cuando era joven, no fue marxista, como muchos de sus contemporáneos; en Bolivia, criticó el nacionalismo revolucionario, mas también lo que llama neoliberalismo plutocrático-plebeyo, hasta llegar al actual proceso de cambio. Al margen de sus novelas, contenidas asimismo en las Obras selectas (los lectores de ficciones lo agradecerán), los escritos que llevan su firma evidencian tamaña fidelidad a su vocación.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vida y obra de Manfredo Kempff Mercado

      Fue un caso extraordinario de entusiasmo y amor hacia la filosofía. Augusto Pescador   1. Aspectos biográficos   Manfredo Kempff Mercado nació el 8 de enero del año 1922 en Santa Cruz de la Sierra. Fue hijo de un médico alemán, Francisco Kempff, y una dama cruceña, Luisa Mercado, quienes tuvieron cinco hijos, los que realizaron aportes de importancia a la sociedad. A propósito, se destaca lo hecho por Enrique, hermano mayor de Manfredo, pues debe ser considerado como uno de los principales escritores del siglo XX en Bolivia. Asimismo, se resalta la figura de Noel, importante biólogo que, trágicamente, fue fatal víctima del narcotráfico, desencadenando una indignación ciudadana que sirvió para repudiar a los que incurrían en esos hechos ilícitos. Nuestro pensador obtuvo su bachillerato en el Colegio Nacional Florida. Luego, contando veintidós años, se tituló de abogado gracias a la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Su tesis, defendida ...

Manfredo Kempff Mercado, un héroe del pensamiento

- - Sencilla y deleitable tarea hablar de los triunfadores, porque exaltando sus proezas es como si buscáramos estímulo para el propio ascenso. Fernando Diez de Medina - La vida, pensamiento y obra de algunos individuos sirven para confirmar vocaciones que, por distintas razones, pueden permanecer oprimidas hasta el último estertor. Es una interpelación que se nos hace, un llamamiento del cual la menor evasiva resulta incalificable. No se trata de copiar al que haya logrado concentrar nuestras atenciones, pues, con escasas salvedades, las reproducciones en este ámbito son defectuosas. Los siglos están colmados de mortales que han pretendido emular, sin éxito, a quienes alcanzaron la cima. Son incontables las caricaturas, esos bufones que, privados de originalidad, estudian gestos, poses e ideas del prójimo para simular excepcionalidad. Ellos no contribuyen al homenaje que debe rendirse a los grandes individuos, menos todavía si descollaron por sus reflexiones. Porque éstos me...

Noche de plumas*

“Cuando le dije que sí, se puso muy contenta porque, me aseguró, desvirgar a un muchacho traía suerte”. Mario Vargas Llosa, El pez en el agua . - Aunque nadie lo admitía por temor a las bromas, en el curso había varios que permanecían castos. Era difícil identificarlos porque, gracias a los filmes pornográficos que arrendaban del mercado central, describían las experiencias peliculeras como si fuesen propias. Y es que, trabajando el hermano de Matías en un videoclub, los productos escabrosos eran ilimitados. Sin duda, el televisor fue un auténtico maestro de sexología, insuperable para teorizar al respecto. Fue precisamente en la casa de Matías donde se dio el primer concurso masturbatorio. Conscientes de sus necesidades fisiológicas, los organizadores del certamen explicaron brevemente que lo ganaría quien lograra terminar primero. Estando en plena adolescencia, la única dificultad era levantar el falo; acabar, una vez conseguido esto, no costaba nada. Las miradas y los comentarios bu...