Cada día me interesa menos sentenciar; a ser juez de las cosas, voy prefiriendo ser su amante. José Ortega y Gasset No hay régimen, autoridad, ley u orden que pueda librarse de ser juzgado por nuestra conciencia. Es irrelevante que, con tono sacerdotal, los creadores de una norma defiendan su perfección; la falibilidad del hombre se ha obstinado en acompañarnos desde siempre. Sucede que nada de lo gestado hasta el momento puede estimarse impecable. Corresponde anotar que, al lanzar este dictamen, no desacredito, como muchos meditadores del posmodernismo, el concepto de progreso. Yo pienso que hubo avances, adelantos, cambios favorables al individuo y su libertad. El punto es que todas las grandes obras humanas son, a lo sumo, perfectibles. En este sentido, aunque las reglas de Solón, Justiniano o cualquier otro legislador hayan sido más que comprensibles, ninguna estaba exenta del cuestionamiento. Todo sujeto, peor aún si tenía el deber de cumplir un mandato, podía llev...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.