Ir al contenido principal

Artistas del tercermundismo




También es posible (y éste es el caso de América Latina) intentar la emulación, y al no tener el éxito esperado, refugiarse en la mitología como explicación para el fracaso e invocación mágica de un desquite futuro.
Carlos Rangel

La protesta de los latinoamericanos que, desde posiciones izquierdistas, se consuma frente al resto del mundo es patética. Son lamentaciones de hombres que no quieren asumir sus fracasos, por lo que inventan confabulaciones, enemigos y predestinaciones astrológicas. Según este criterio, hay aquí sólo sujetos que, cuando rompen el grillete de las oligarquías, acceden a un estadio supremo. El universo les habría otorgado una serie de dones que no admiten comparación alguna. Tristemente, aunque sean buenos por naturaleza, dignos del presente más placentero, la malicia de países con alma demoníaca les ha prohibido tener una realidad que sea grata. Serían, pues, víctimas de la voracidad que colonialistas e imperialistas han alentado durante varios siglos. En suma, esto es lo que ellos denuncian hasta el hartazgo. Aclaro que jamás aprecié tanto mi escepticismo como cuando tomé conocimiento de tales patrañas.
Para los secuaces de Marx, cualquier terreno es fértil si se desea plantear acusaciones en contra del capitalismo. Históricamente, los campus han servido con esa finalidad. No debemos olvidar que muchas universidades ayudaron a propagar doctrinas siniestras, revelando una inclinación al oscurantismo, contraviniendo sus bases, principios y objetivos. Son incontables los terroristas que, procurando gestar una transformación social, comenzaron allí a cometer fechorías. Empero, fuesen analfabetos, estudiantes o catedráticos, estos individuos no se limitaron a obrar en ese ámbito ligado al pensamiento. Su lucha estaría patrocinada por la razón, mas también fortalecida gracias al sentimiento, el cual se manifiesta mediante todas las expresiones del arte. Así, patentizando un nivel espiritual que sería envidiado por Siddharta Gautama, se pronuncian sobre las vejaciones del Imperio estadounidense.
La música es una variedad artística que ha sido utilizada como vehículo de propaganda política. Dado que, en general, quienes la disfrutan no son obligados a realizar un gran esfuerzo intelectual, cantantes y grupos afines al socialismo eligen esa vía para difundir sus necedades. Si bien abundan las composiciones plenas de frivolidad, encontramos asimismo letras que buscan eternizar el llanto incitado por Guevara, Galeano, Dussel, entre otros cantamañanas. Esas obras son ejecutadas mientras la multitud, frecuentemente contaminada de seres sin juicio propio, demanda el cadalso para quienes oprimen a sus naciones. Con seguridad, habrá versos que hablen acerca de Cuba, glorificando su vituperable revolución e invitando a expandirla. Ningún premio establecido por las multinacionales les hará relegar el anhelo de ver a todos sumidos en esa miseria.
Al igual que numerosos solistas y conjuntos musicales –además de pintores, escultores, cineastas, etcétera–, existen escritores dispuestos a criticar las vilezas del país con bandera estrellada, convirtiendo la pluma en proyectil. Cuando se reúnen con ese propósito, el fastidio causado por sus imbecilidades rebasa los límites de la tolerancia. Esto los hace crear lazos con tiranos que comparten el mismo resentimiento. Es indiferente si las actuaciones de sus déspotas perjudican la derrota del hambre; ellos merecen una hagiografía. Su verdad es que violaciones, robos e injusticias son calumnias de los estadounidenses. Se debe participar en el culto a la personalidad que consigue reivindicarlos. Resulta improbable que superen a Neruda en cuanto al servilismo poético, pero eso no les impide cometer excesos parecidos.

Nota fotográfica. La imagen fue captada por Juan Karita.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Les presento mi nuevo libro: «Escritos anti-Morales. Reflexiones de un opositor liberal»

- Prólogo de Manfredo Kempff Suárez - Conocí a Enrique Fernández García en La Paz, hace un par de años, por intermedio de Mariano y Fernando Baptista Gumucio, naturalmente que en algún acto cultural que hoy no recuerdo. «Este es un joven cruceño, lleno de inquietudes y talento, que promete muchísimo», me dijo Mariano, con agregados complacientes de nuestro querido y extrañado Fernando, fallecido hace poco. Si los Baptista Gumucio afirmaban eso, por algo sería. Y en efecto, poco después, leyendo algunas notas de Enrique, me sorprendí por su estilo impecable y culto, y por sus enormes conocimientos filosóficos, jurídicos, históricos y literarios. Pero, además, por su capacidad de análisis y de interpretación de las cosas, hecho poco frecuente en Bolivia. Los estudios de Derecho, la cátedra universitaria, la actividad periodística, su inquietud política, pero sobre todo su infinidad de lecturas, nos señalan que, como afirmaban quienes lo conocieron antes, estábamos fren

Vida y obra de Manfredo Kempff Mercado

      Fue un caso extraordinario de entusiasmo y amor hacia la filosofía. Augusto Pescador   1. Aspectos biográficos   Manfredo Kempff Mercado nació el 8 de enero del año 1922 en Santa Cruz de la Sierra. Fue hijo de un médico alemán, Francisco Kempff, y una dama cruceña, Luisa Mercado, quienes tuvieron cinco hijos, los que realizaron aportes de importancia a la sociedad. A propósito, se destaca lo hecho por Enrique, hermano mayor de Manfredo, pues debe ser considerado como uno de los principales escritores del siglo XX en Bolivia. Asimismo, se resalta la figura de Noel, importante biólogo que, trágicamente, fue fatal víctima del narcotráfico, desencadenando una indignación ciudadana que sirvió para repudiar a los que incurrían en esos hechos ilícitos. Nuestro pensador obtuvo su bachillerato en el Colegio Nacional Florida. Luego, contando veintidós años, se tituló de abogado gracias a la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Su tesis, defendida el 30 de diciembre de 19

Manfredo Kempff Mercado, un héroe del pensamiento

- - Sencilla y deleitable tarea hablar de los triunfadores, porque exaltando sus proezas es como si buscáramos estímulo para el propio ascenso. Fernando Diez de Medina - La vida, pensamiento y obra de algunos individuos sirven para confirmar vocaciones que, por distintas razones, pueden permanecer oprimidas hasta el último estertor. Es una interpelación que se nos hace, un llamamiento del cual la menor evasiva resulta incalificable. No se trata de copiar al que haya logrado concentrar nuestras atenciones, pues, con escasas salvedades, las reproducciones en este ámbito son defectuosas. Los siglos están colmados de mortales que han pretendido emular, sin éxito, a quienes alcanzaron la cima. Son incontables las caricaturas, esos bufones que, privados de originalidad, estudian gestos, poses e ideas del prójimo para simular excepcionalidad. Ellos no contribuyen al homenaje que debe rendirse a los grandes individuos, menos todavía si descollaron por sus reflexiones. Porque éstos me