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Tríada oficialista: odio, arbitrariedad y retroceso

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Manuel García Morente, renombrado pensador español, afirma que los sistemas de algunos filósofos pueden ser sintetizados en una o dos fórmulas. Así, atendiendo los razonamientos capitales que hilvanó durante su existencia, Georg Wilhelm Friedrich Hegel admitiría un lema: “Todo lo racional es real y todo lo real es racional”; consiguientemente, gracias a este apotegma, sería dable iniciar una disertación que tratara del idealista germano. Siguiendo el mismo andarivel, Auguste Comte forjó una máxima capaz de abreviar sus planteamientos: “El amor como principio, el orden como base y el progreso como fin”. Tal como en el caso hegeliano, esta sentencia permitiría explicar las líneas observadas por el último Comte antes de que la insania lo alejara del mundo racional.

En el ámbito político, la idea de García Morente atrae para evaluar desempeños gubernamentales. Empleando esta lógica, sostengo que la presidencia del ciudadano Juan Evo Morales Ayma podría resumirse en una fórmula esencialmente contradictoria de aquélla elaborada por Auguste Comte. La versión masista de dicha regla sería: “El odio como principio, la arbitrariedad como base y el retroceso como fin”. Previendo reprobaciones inmediatas, exteriorizo enseguida las razones que conciben este corolario.

No es imprescindible que un gobernante ame a sus compatriotas. Cuando tienen un mínimo de lucidez, los electores votan por las cualidades del plan expuesto, la ciclópea tarea que el candidato anuncia realizar si le confían la Administración pública. Por tanto, el idilio entre votantes y quienes libran la contienda eleccionaria no es vital para ninguna democracia. Basta con que se tomen decisiones serias, sea como autoridad o administrado. En lugar de apasionamientos tumultuosos, un político debe buscar el respaldo de una ciudadanía que determine apoyar su gestión por la eficiencia mostrada.

Pero, así como puede prescindirse del amor para gobernar, resulta inaceptable que se dirija un Estado con odio. El resentimiento de los gobernantes no atormenta sólo al entorno familiar –cuando lo hay–, sino también despliega su virulencia contra todos los adversarios políticos, hollando derechos fundamentales que la Constitución reconoce. En el caso de Morales Ayma, esta incontenible ojeriza le ha hecho aplicar medidas que intentan abatir a prefectos, líderes regionales, movimientos cívicos y sectores productivos (representantes del execrable orden pasado, merecedores de las crueldades más estremecedoras porque, conforme a interpretaciones masistas, discriminaron al candoroso bloque originario). Es sabido que, buscando justificar esta venganza, los necios hablan de traiciones a la patria, separatismos, estraperlos con empresas transnacionales y, desde luego, racismo histórico; empero, todas estas acusaciones son meros subterfugios, invenciones de los resentidos que utilizan la panoplia estatal para liberar sus complejos.

El pantagruélico deseo de poder es incompatible con nuestro actual sistema constitucional. La concepción filosófico-jurídica del Estado boliviano repele tendencias totalitarias, medidas que transgredan normas para regodeo de gobiernistas. Pasa que, cuando los límites legales encolerizan, el orden es irrespetado; luego, las actuaciones discrecionales arrecian. Siendo ésta la realidad, las leyes pierden vigor, quedando sometidas a lo que se disponga en Palacio de Gobierno. La arbitrariedad impera; las convenciones formales periclitan por no armonizar con los designios oficialistas.

Por último, debido a la inobservancia radical de los modelos exitosos del mundo, vale aseverar que el Gobierno se ha obstinado en eternizar las adversidades nacionales, despreciar aquellas bondades ofrecidas por la modernidad liberal-democrática, con el objetivo de retomar experiencias precolombinas o marxistas, es decir, retrógradas. Me causa gracia que los izquierdistas busquen mejorar la vida del Hombre impugnando ideas, valores y principios cuyo respeto posibilitó avances incuestionables a la civilización occidental. Sus paralogismos no provocarán ninguna evolución; conducen únicamente al retroceso.

Nota pictórica. La obra Día lluvioso pertenece a Gustave Caillebotte (1848-1894).

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Lo que me llama la atención es tu desesperación por imponer la idea de que Evo es el peor presidente que ha tenido Bolivia. Esto te lleva a buscar en filósofos antiguos, algun respaldo que le dé algo de seriedad a tus temerarias acusaciones.Mejor sería aceptar la derota, ¿no?

Luis Gaitán
Anónimo ha dicho que…
Debe ser en el unico articulo en el que discrepo con tu opinion......
Anónimo ha dicho que…
Debe ser en el unico articulo en el que discrepo con tu opinion......
Anónimo ha dicho que…
Todos los Presidentes y aspirantes a Presidentes tienen algo de Evo..

Mucho Evolatra dirigiendo masas.

Mantengo como en cada inicio de gobierno un poco de esperanza por el que aca elegimos.

Te abrazo fuerte. vine a ponerme al dia...
Outsider ha dicho que…
Por la evolución de tu prosa y tu incapacidad absoluta para la hipocresía, además de tu sabida erudición, te vaticino un brillante futuro inmediato como blanco frecuente de los aullidos del zurdaje virtual...

Felicidades!
Guayaramerín ha dicho que…
totalmente de acuerdo contigo. parafraseando lo que dijo Socratres, solo los filosofos pueden gobernar correctamente - con esto digo todo -. me parece muy interesante el analisis filosofico que haces en tu post.
Saludos para vos
Columba
Anónimo ha dicho que…
Hay personas que no merecen vivir en esta nueva patria, en este país que ha sido rescatado de la corrupción, el colonialismo norteamericano y la democracia ficticia. Tus textos podrán tener muchas citas, pero siempre les faltará objetividad, porque tu amor por la derecha te impide reconocer los avances nacionales. Lo bueno es que seguimos progresando, tus críticas demuestran que les estamos molestando.

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