La cultura campesina, si es que alguna vez existió, ha sido muy idealizada. Juan José Sebreli Un insigne pensador del siglo XX fue Ludwig Wittgenstein, hombre que tuvo una vida tan curiosa cuanto variada. En 1921, publicó su Tractatus lógico-philosophicus , libro gracias al cual, según él, se podían resolver problemas fundamentales de la filosofía. Aunque con dificultades iniciales, la obra fue valorada por académicos y grupos selectos. Su autor podía, por tanto, encaminarse a ser un ilustre catedrático de Cambridge, universidad en donde había estudiado. Eligió un escenario muy diferente. Se graduó como maestro, abandonó la ciudad y fue a enseñar al campo. Creía que los campesinos le mostrarían la verdadera bondad, una pureza mayor, un espíritu imposible de hallar en las urbes. Por supuesto, no fue así. Había también falencias, vicios, taras. Desencantado, volvió a filosofar lejos del ámbito rural. La idealización del campesino es un error en que otras per...
Olviden la ordinariez que infesta nuestra sociedad, los deberes preceptuados por las agendas laborales y el diplomático recurso de no insultar al prójimo... Caerse del tiempo demanda una extravagancia posmoderna: vivir, aunque sea un instante, con total libertad.