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García Márquez y la exaltación de los escritores izquierdistas


A Marcelo Añez Mayer
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Según Jaime García Terrés, la literatura está en condiciones de ofrecer tres aspectos: creación, opinión e información[1]. Esto significa que las actividades desarrolladas por un escribidor pueden ser juzgadas de acuerdo con el sendero escogido. Frente a dicha trifurcación, considerando que la orientación política de un intelectual no debe ser menospreciada, discurriré sobre las consecuencias benéficas del compromiso izquierdista. Para obrar con sensatez, redacto estos párrafos evocando a Mariano Baptista Gumucio: «Pienso que alegar una posición de independencia absoluta en un escritor equivale a cobardía o tartufismo»[2].
El resplandor de las producciones del octogenario Gabriel García Márquez es fortísimo. Ningún lector decente cometería el despropósito de infravalorar sus relatos y crónicas periodísticas. Tras ser leída, Cien años de soledad gana fácilmente un espacio en cualquier anaquel; aun cuando sus folios desaparecieran, recordaría Macondo sin que mi actual criticismo consiguiera evitarlo. Empero, como todo parecer estético es discrecional
[3], yo prefiero regodearme con Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa. Asimismo, fuera del contexto estrictamente literario, confieso que el ideario de ambos autores me ha llevado a objetar las reprobaciones emergentes de los círculos marxistas que han procurado mancillarlos.
Teniendo Vargas Llosa similares galardones literarios e incontables reconocimientos académicos, ¿por qué la celebración de su septuagésimo aniversario –acaecido hace casi un año– no fue tan rimbombante como el postrer onomástico del novelista colombiano? Arriesgo una contestación: el izquierdismo que preconiza García Márquez ha sublimado su producción hasta dimensiones formidables. Aunque sus libros sean cautivadores, el nimbo socialista le da ese romanticismo que garantiza, entre seres poco lúcidos, una nombradía papal. Las pruebas de mi aserto son múltiples.
Jean-Paul Sartre cobró notoriedad mundial gracias a su activismo. Petrificado en la izquierda, este filosofador empleó sus recursos intelectuales para defender el régimen estaliniano y, cuando esto era ya imposible, exculpar al proyecto comunista de las ruindades cometidas por el camarada ruso. Sin embargo, su capacidad arrobadora no disminuyó jamás, puesto que seguía siendo zocato, es decir, continuaba ostentando el aura permitidora de alabanzas.
Dejando de lado las críticas que recibe aún su obra poética, Pablo Neruda debería ser inmortalizado como un exclusivista del comunismo. Las palabras halagüeñas que le dedicó a Stalin son tan lagoteras que ningún meditador serio podría leerlas sin controlar el deseo de lanzar extensas risotadas o sentir inefables náuseas. Aunque algunos mortales rebatieron sus dictámenes políticos, su popularidad y los encomiastas que observaban la misma corriente ideológica le dieron el Nobel, por tanto, consiguieron su glorificación.
La lista podría seguir hasta colmar muchas carillas. Con el objetivo de ultimar este asunto, enunciaré algunos casos más: Julio Cortázar, Carlos Monsiváis, Ernesto Sábato, Noam Chomsky, José Saramago y Eduardo Galeano, cuyo volumen Las venas abiertas de América Latina es un maravilloso exponente de la literatura fantástica. Todos ellos inspiran panegíricos o son invocados en cumbres sociales; merecen, sea cual fuere la situación, ditirambos. En cambio, los pensadores que salvaguardan postulados liberales terminan siendo agraviados por las miríadas revoltosas, ultrajados debido a que no quisieron robustecer el zurdismo continental, pues, conforme a lo expresado por sus antagonistas, prefirieron la condición de plumíferos del imperialismo estadounidense. Las loas son sólo para los intelectuales zurdos; el dicterio, para quien ose contradecirlos.
Solamente los tributarios de la zafiedad niegan que Mario Vargas Llosa no haya recibido el Nobel por cuestiones políticas. Sin embargo, al igual que Borges, él continúa sintiendo aversión por todo acto demagógico, autoritario, colectivista, siniestro. Liberal contumaz, nunca oculta la irritación que le causan los adoradores del ogro filantrópico. Quienes lo vilipendian dicen que sus escritos son reaccionarios e indinos, mas esos mismos sujetos eluden cualquier debate vinculado a la dictadura de Fidel Alejandro Castro Ruiz. Imagino las necrologías y enaltecimientos que producirán los fautores de la lucha revolucionaria, aquellos pendolistas que maculan el capitalismo desde sus casas suntuarias, luego del diálogo periódico que sostienen con el responsable de numerosos presos políticos (algunos son escritores, como ellos).

[1] Jaime García Terrés, Sobre la responsabilidad del escritor. México D.F.: s/e 1949, página 67.
[2] Mariano Baptista Gumucio, Pido la paz y la palabra. La Paz: s/e 1970, págs. 38-39.
[3] Al discurrir acerca de los temas estéticos, Immanuel Kant lo señala con una explicitud admirable: «No es posible principio alguno objetivo del gusto» (Crítica del juicio; México D.F.: Editora Nacional 1975, página 318).

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Enrique: Esta bien!!!!. no le veo nada de malo. no es tan fuerte. creo que hasta te autolimitaste.

Asi estaba en el "borrador"?. no, verdad?. jejeje. editaste mucho?. porrrrrrrr quee???.

No todos se atreven a correr el riesgo con tanto talento. upsssssss que no me lean tus anonimos por que ESTOY MUERTA.

mejor yo tambien... anonima.... mmm no. claro que no. Un abrazozozote.. C A R O L I N A
Anónimo ha dicho que…
Y que conste que me gusta Garcia Marquez... y Vargas LLosa y si. claro. el gran Borges...
Anónimo ha dicho que…
¿Supongo que Mario Vargas Llosa no es racista para ti? Lo raro, Enrique, es que el pueblo cubano, no ha querido levantarse contra Fidel. Algo les gustará. Lo mismo pasará con los intelectuales que sí apoyan las causas justas.
Anónimo ha dicho que…
Enrique tu tambien quedaras en el olvido por cerrar tu mente al idealismo, cuanto talento perdido!!, Vargas Llosa comenzó con ideas igualmente revolucionarias y por algun motivo cambió.
Pensar en que tu puedas readecuar tus ideas, lo veo imposible.
Es una pena....
Anónimo ha dicho que…
Muy buena reflexión, apreciado Enrique. Es indudable que García Márquez cosechó mucho con su posición de "cortesano" de Fidel (como le llamó Vargas Llosa), y que plumas como la del peruano, la de Borges, y algunas más, quedaron postergadas o enterradas para quienes no militaran en el zurderío puro y duro. Me atrevo a pensar, que, en esta parte del mundo, está más cerca del Nobel Carlos Fuentes que Vargas Llosa, precisamente por la actitud desvergonzada de la Academia sueca.
Un abrazo cordial,

M.K.S.
Anónimo ha dicho que…
Enrique:

Te agradezco sinceramente la dedicación del texto.

Sabés que compartimos más o menos por los mismos motivos la "desadoración" de García Márquez. Aunque quizás mi caso sea más grave. A veces es francamente aversión. Principalmente por:

1. Porque odio a quienes viven proclamando su izquierdismo pero comen, beben, visten, viajan y disfrutan de todo lo que en gran medida es producto de una economìa de mercado. Y la contradicción ni siquiera les perturba la digestión.
2. Porque el glorioso escritor aludido, quien debe sentir un amor grande por las masas populares, una fraternidad con la especie humana (hombres y mujeres) podríamos decir, no duda en su senil "Memoria de mis Putas Tristes" en pintar la prostitución como un hábito divertido, un deporte para ejercitar la virilidad. Algo siempre alegre y pintoresco. No busqués en su descripciones, que más que de un escritor rojo vienen de un viejo verde, la constatación de que la prostitución es un drama que hunde y degrada al ser humano. Sobre todo a las camaradas mujeres. Tanto al que paga como al que factura. Que es una industria que el matrimonio hace posible. Pero ése es otro tema...
3. Porque exalta a los pueblitos -Sucupira, Macondo- mostrando esa mierda como sociedades idílicas de un pasado mejor. Cuando en realidad esas sociedades precarias, por más risueñas que parezcan, son las más castradoras de la libertad individual.
4. Y sobre todo porque los enemigos de Vargas LLosa son mis enemigos.

Pero se me está haciendo muy largo.

Gracias otra vez. Un abrazo.

Saludos,

Marcelo
Renata Avila ha dicho que…
Enrique, soy una blogger de Guatemala y recién he leído tu blog. Necesito me escribas para proponerte participación en un proyecto a renata.avila.pinto@gmail.com

GRACIAS.
Mer ha dicho que…
Estrenando y promocionando espacio.
Anónimo ha dicho que…
ENRIQUE: No es martes. de hecho es domingo. pero aqui ando. levantandome del tiempo. y tu??? como vas??? Te dejo un abrazozozozozote. dos.
Eve ha dicho que…
aja!!! "A Marcelo Añez Mayer..." "A Octavio Gutieerez Figueroa" "A Dniel Martins Gutierrez" "A Jorge Luis Borges""A la memoria de Alcides Arguedas y José María Vargas Vila" y cuaaaaaaaaando una para mí??? :)
Anónimo ha dicho que…
la diferencia entre intelectuales de izquierda e "intelectuales" de derecha es aproximadamente 50 puntos de coeficiente intelectual.
¿Acaso nadie se ha preguntado porqué más del 90% de los profesores universitarios, y los mejores escritores del mundo son izquierdistas?
La razón es simple: Existe una relación directa entre coeficiente intelectual y la habilidad de empatizar con el sufrimiento humano.
Pablo E. Osorio A. ha dicho que…
No creo Enrique que haya que estallar en risotadas por el Poema que Neruda le dedicó a alguien que el admiraba en ese entonces. Por más diabólico que Stalin haya sido, el poeta tenía la libertad de creer en él ¿no?. ¿Qué acaso Borges, a quién admiras, no tuvo su momento (bastante largo) de ceguera política? El que Neruda haya creído a fé ciega en un cambio (aunque infructuoso) ¿es para señalarlo y burlarse de él? Dime Enrique, ¿Es tanta la necesidad de explayarte en adjetivos contra los que no piensan como tú? ¿No estarás incurriendo en la misma cacería de brujas que condenas? A pesar del desgaste emotivo que tiene tu crítica, estoy de acuerdo en el hecho de que existe cierta preferencia por los autores de izquierda entre los premiadores y sus aplausos. A lo mejor esto se deba a que la izquierda (en su teoría mas no en la práctica) tiene tintes más humanos o como tu los llamas: "filántropicos". Es tal vez el romanticismo del que se nutren, al predicar la izquierda, el que los pone en un sitial menos alcanzable para los liberales. Quizás, en mi opinión, las masas ven en esos soñadores (o demagogos según el lente) a los apoligistas de la ficción. Es posible que esté equivocado en mi análisis. Para asegurarme, esperaré a que un poeta dedique unos versos inspirados al modelo liberal o a unos de sus representantes, digamos, Bush.

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